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miércoles, 14 de febrero de 2024

Tío Tigre y Tío Conejo

 


En una mañana cálida, Tío Conejo recolectaba zanahorias para preparar su comida preferida, cuando escuchó por cerca de él un gran rugido que lo asustó. Era Tío Tigre, que estaba buscando algo para cazar. Tío Tigre era un felino grande y fuerte, que atemorizaba a los animales pequeñitos del monte, pero no al astuto Tío Conejo, conocido en todas partes por su ingenio.

Al ver a Tío Conejo, Tío Tigre exclamó:

—¡Te encontré, Tío Conejo! No podrás escapar de mí esta vez, y serás mi almuerzo del día.

Pero Tío Conejo no estaba dispuesto a dejarse comer, así que comenzó a pensar en una solución. Miró alrededor y divisó en la cima de una colina unas grandes rocas, y tuvo una idea. Entonces, le dijo a Tío Tigre:


—Yo soy una presa pequeña y con poca carne. ¿Para qué conformarte conmigo cuando puedes obtener un banquete mayor y más suculento, siendo tú tan grande y fuerte? Verás, en la colina hay un rebaño de vacas. Puedo subir hasta allá rápidamente y lanzarte una novilla para ti.

Tío Tigre alzó la mirada y, como la luz del sol le daba directo en los ojos, solo pudo divisar la sombra de unos bultos a lo lejos. Confiado en las palabras de Tío Conejo, a quien tomaba por débil y cobarde, aceptó la oferta.

Ni corto ni perezoso, Tío Conejo subió a la colina y arrastró una de las pesadas rocas hasta el borde del precipicio, y desde allí gritó a Tío Tigre:

—¡Tío Tigre, abre los brazos para que agarres a la novilla!

Entonces el gran y feroz Tío Tigre abrió sus brazos, y la roca le cayó encima, dejándole un enorme chichón en su cabezota que le impidió cazar por varios días. Y una vez mñas, a Tío Conejo lo salvó su astucia y no la fuerza bruta.


Moraleja

Más vale la astucia que la fuerza.


En esta historia de la tradición popular venezolana, Tío Tigre es la representación de las personas que se creen superiores a los demás, ya sea porque se sientes grandes o fuertes, o porque creen infundir temor. Por ese motivo, se confían en su capacidad de intimidación y tienden a subestimar a otros.En cambio, Tío Conejo representa a aquellas personas inteligentes que actúan con astucia frente a las situaciones difíciles, aunque parezcan pequeñas y débiles. De este modo, logran vencer las circunstancias más retadoras y sobreponerse a las amenazas de los más fuertes.

viernes, 29 de septiembre de 2023

EL POETA Y EL CALIFA

 Existió una vez un califa al que le encantaba leer poesía. Además, tenía una magnífica memoria. Era capaz de memorizar un poema entero con solo leerlo una sola vez. Y recordaba cada poesía que había leído a lo largo de su vida.

Además, uno de sus sirvientes tenía la misma habilidad que él: con solo escuchar una vez un poema lo memorizaba para siempre. 

Un día, un joven poeta llegó al palacio del Califa con el deseo de leer un poema que había compuesto para él. Había oído hablar de su afición por la poesía y quería regalarle uno. Pero el Califa puso una condición:

– La única condición que exijo- dijo el Califa- es que sea un poema original. No puedo haberlo escuchado antes.

– ¡Claro, por supuesto!- dijo el joven poeta- Es seguro que no lo habrá escuchado antes, porque lo compuse especialmente para vos.

– Muy seguro estás- dijo entonces el Califa con una sonrisa maliciosa- Tan seguro, que no te importará que premie tu poema si es original… te daré el peso de tus tablillas en oro. Pero si conozco el poema, serás despojado de todo lo que tienes.

El joven poeta se puso muy contento, porque estaba convencido de la originalidad de su obra, así que ya estaba imaginando el oro que el Califa le tendría que dar.

El joven comenzó a recitar su poema. Al terminar, el Califa, muy enfadado, dijo:

– Pero… ¿Cómo te atreves? ¿No aseguraste que el poema era original? ¿Y por qué lo conozco entonces?

El Califa repitió entonces el poema, palabra a palabra, mientras el joven palidecía sin entender nada. ¿Cómo era posible que el Califa conociera ese poema? ¡Si lo había escrito él!

– ¿Piensas que te tiendo una trampa?- dijo entonces el Califa al ver la cara de incertidumbre del poeta-. ¡Si todos mis sirvientes lo conocen! Mira, te pondré un ejemplo… a ver, tú, sirviente… ¡recita el poema!

El Califa pidió al sirviente capaz de memorizar el poema con solo escucharlo una vez, que lo repitiera. Sabía perfectamente lo que hacía. El sirviente, evidentemente, lo recitó sin problemas, y el poeta no supo qué decir.

Fue despojado de todo lo que tenía y expulsado del palacio entre insultos y burlas.

Pero pasó el tiempo y alguien le contó al joven poeta que el Califa y uno de sus sirvientes tenían una rara habilidad para memorizar poemas con escucharlos una sola vez. Entonces se dio cuenta de lo que había pasado, y tramó un plan para darle un escarmiento.

Disfrazado de extranjero, el joven poeta regresó al palacio con otro poema. Y de nuevo el Califa le explicó que podría hacerlo bajo una condición.

– El poema debe ser original- Dijo de nuevo el Califa, sin sospechar que el extranjero era en realidad el joven poeta- Si lo es, te daré su peso en oro, pero si lo conozco, te despojaré de todo lo que llevas.

El joven poeta accedió, y comenzó a recitar un poema complejo, extraño, elaborado a base de palabras imposibles. Los versos eran larguísimos, y las palabras a veces, inventadas.

El joven poeta terminó y el califa fue incapaz de memorizarlo. Miró a su sirviente y encontró un rostro atónito, desconcertado… ¡Ninguno de los dos habían conseguido memorizar ese poema!

– Pues sí- reconoció al fin el Califa- Debo decir que tu poema es muy original. Tengo que darte la enhorabuena… y el peso de tus tablillas en oro.

– Gracias, gran Califa, pero debo advertiros: en mi país esculpimos los poemas en mármol. Los dejé a la entrada del palacio, porque pesan mucho.

El Califa enmudeció. Así es cómo el joven poeta se fue del palacio con una enorme recompensa de oro y el Califa, bueno, al Califa no se le volvió a ocurrir nunca más hacer el mismo desafío con ningún otro poeta.

Cuento árabe

jueves, 31 de agosto de 2023

STONHENGE (INGLATERRA)

 



En el condado de Wiltshire, al Sur de Inglaterra, concretamente en la región caliza que existe entre Amesbury y Warminster y no muy lejos del río Avon, podemos encontrar el monumento megalítico más notable de las Islas Británicas y, al propio tiempo, el más enigmático y extraordinario del mundo. Me estoy refiriendo a Stonehenge (de stone ‘piedra’ y henge ‘con borde circular’). A título de curiosidad, cabe mencionar que hay quien cree que este conjunto de rocas dispuestas en forma circular debe su nombre a la semejanza que presenta con las vigas en las que el pueblo sajón colgaba a los criminales en la Antigüedad, por lo que Stonehenge significa también «la horca de piedra» o «la piedra del ahorcado».

Piedras milenarias

La obra fue construida en diferentes etapas, que van desde mediados del III milenio a. C. hasta mediados del milenio siguiente. En este lugar exacto, único en muchas millas a la redonda de Stonehenge, la luna llena se coloca exactamente perpendicular a la salida del sol en el solsticio de verano (próximo al 21 de junio). Precisamente, dicho solsticio es el fenómeno natural sobre el que gira la concepción y planificación del monumento. Ese día es precisamente el único del año en el que se permite a los visitantes caminar por el interior del círculo de piedras.

Stonehenge en la leyenda

Existen muchos mitos y leyendas relacionados con la construcción de Stonehenge. Así, diversas opiniones cuyo origen se pierde en el tiempo han atribuido la erección de este conjunto pétreo monumental a varios pueblos que pisaron por las islas británicas, como romanos, fenicios y daneses, sin que ninguna de ellas haya prosperado por la imposibilidad de ser contrastada históricamente.

Hay testimonios escritos redactados por personas cuyos nombres se conocen, como es el caso de Geoffrey de Monmouth, obispo de San Aspah (1100-1154), quien refiere en sus crónicas la creencia popular de que el monumento en su conjunto representa un círculo de gigantes petrificados, de ahí que antiguamente se le conociera como la «Danza de los Gigantes», apelativo hoy prácticamente inusitado.

A este clérigo galés se le atribuye también haber divulgado una creencia, muy vigente durante mucho tiempo, que relaciona al monumento megalítico con Merlín, el famoso mago amigo y protector del rey Arturo. El hecho nada tiene de extraño, pues el prelado es el autor de los libros Las profecías de Merlín (redactado antes de 1135) y La vida de Merlín (entre 1149 y 1151), que versan sobre la vida y los fantásticos hechos de este mago, en uno de los cuales se halla la afirmación de que las piedras de Stonehenge fueron llevadas desde Irlanda a las llanuras de Wiltshire con la ayuda de unos ‘artefactos’ para conmemorar un entierro masivo de bretones. Como ha acontecido con muchas otras, esta creencia fue desvaneciéndose con el paso del tiempo hasta que, ya en el siglo XIII, quedó completamente desacreditada y olvidada. Y si hoy se tiene constancias de ella, se debe tan solo a referencias de escritos de la época o posteriores.

A mediados del s. XVII, el inglés John Aubrey (1626-1697), anticuario, escritor e investigador de la Antigüedad británica, tras llevar a cabo un completo estudio de los monumentos megalíticos de Inglaterra, afirmó, por vez primera, que Stonehenge era, en realidad, un templo construido por los druidas, antiguos sacerdotes celtas, que debieron utilizarlo para rendir culto al Sol y señalar las estaciones del año.

Pocos años más tarde, el médico aficionado a las antigüedades William Stukeley (1687-1765) realizó otro estudio en esa misma línea, cuyas conclusiones estaban orientadas a confirmar el origen druídico de Stonehenge. Se da el caso que Stukeley era miembro de la masonería, comunidad secreta que ha pretendido remontar forzadamente sus orígenes a los tiempos de los druidas, por lo cual nada tiene de extraño que también quisiera asociar la magia y el misterio presentes en Stonehenge al dudoso origen celta de su asociación.

El pretendido origen druida de Stonehenge

Sin embargo, muchos trabajos actuales de Historia afirman, con fundamentos históricos más fidedignos, que los druidas, aquellos antiguos sacerdotes celtas, nada tuvieron que ver con Stonehenge, puesto que dicho complejo megalítico existía desde dos milenios antes de que los celtas pisasen suelo británico.

Así, esta conclusión desautoriza las anteriores tesis de Aubrey y Stukeley, cuya afirmación, forjada sobre datos un tanto artificiosos, representaba a Stonehenge como un templo ritual en donde los druidas propiciaban a los dioses de la naturaleza mediante sacrificios humanos. Incluso una piedra que yace en posición horizontal en el centro de Stonehenge fue bautizada como «La Piedra del Altar» o «Piedra de la Matanza», cuando, en realidad, hoy está suficientemente comprobado que tan solo se trata de un megalito tumbado sobre la tierra por causas telúricas naturales.

La falsa relación entre druidas y Stonehenge había llegado hasta tal punto que la agrupación masónica denominada ‘Antigua Orden Unificada de Druidas’ realizaba, al amanecer del solsticio de verano, una serie de ritos presuntamente druidas que fueron inventados por alguno de sus líderes.

Esta práctica, montada sobre bases tan falsas como supersticiosas, tiene su fin en 1985, cuando el gobierno británico decide hacerse cargo de la protección, custodia y conservación de Stonehenge. Entre las primeras acciones legales que tomó, está la prohibición de celebrar este fraudulento ritual y otros actos similares.

Stonehenge, un templo sagrado

Hay quienes sugieren que Stonehenge fue alguna vez un enorme reloj astronómico; otros, más imaginativos, ven en este conjunto de rocas circularmente alineadas una pista de aterrizaje para ovnis, y hay también quienes proponen usos que, históricamente, resultan inadmisibles. Aún hoy, en una mezcla de magia y leyenda, los habitantes de la zona le atribuyen al recinto poderes curativos.

De cualquier manera, aunque Stonehenge presenta todavía muchos misterios que parecen irresolubles, su finalidad resulta hoy más evidente que nunca. Con muy poco margen de error, puede afirmarse que, inicialmente, fue un templo para adorar al Sol y la Luna, astros que regían el ciclo de las estaciones, por lo que hoy podríamos atribuirle también la función de una suerte de calendario que, observado con pericia, permitía predecir la llegada de las estaciones, en previsión de las actividades de los campesinos y criadores de ganado. Vista la bondad de la construcción, cabe pensar igualmente que, posteriormente, pudo haberse convertido en un sitio sagrado en el que también se celebraron ritos funerarios, como así lo atestiguan los diversos restos desenterrados en diversas partes del recinto.



miércoles, 15 de marzo de 2023

LAIA L'ARQUERA (El icono de la ciudad de Mataró)

 


Laia l'arquera és una gran escultura monumental projectada per Josep Maria Rovira i Brull que es troba a la Porta Laietana de Mataró.(Barcelona) A causa de la seva situació a l'entrada de Mataró se la considera una de les icones contemporànies de la ciutat. L'escultura va ser inaugurada l'1 de novembre de 1998 davant 8.000 persones i va costar 35 milions de pessetes.


Segons l'arquitecte la Laia representa "la unió de l'home i la terra. Terra i natura fèrtil maternal i terrible quan se sent agredida. Deessa mare capaç d'engendrar i generar vida i així garantir la pervivència de la tribu." L'arc fa referència a la deessa grega Artemisa, filla de Zeus i Leto i bessona d'Apol·lo, que era venerada per ser deessa de la caça, dels parts, de la virginitat i protectora de les nenes.


El qui era l'alcalde en aquell moment va decidir el contingut de l'escultura, on una dona prehistòrica apunta a Burriac, a l'indret on hi ha el poblat ibèric on els historiadors han situat l'origen de Mataró.


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Traducción.

Laia la arquera es una gran escultura monumental proyectada por Josep Maria Rovira i Brull que se encuentra en la Porta Laietana de Mataró. Debido a su situación en la entrada de Mataró se la considera uno de los iconos contemporáneos de la ciudad. La escultura fue inaugurada el 1 de noviembre de 1998 frente a 8.000 personas y costó 35 millones de pesetas.


Según el arquitecto Laia representa "la unión del hombre y la tierra. Tierra y naturaleza fértil maternal y terrible cuando se siente agredida. Diosa madre capaz de engendrar y generar vida y así garantizar la pervivencia de la tribu." El arco hace referencia a la diosa griega Artemisa, hija de Zeus y Leto y gemela de Apolo, que era venerada por ser diosa de la caza, de los partos, de la virginidad y protectora de las niñas.


El que era el alcalde en ese momento decidió el contenido de la escultura, donde una mujer prehistórica apunta a Burriac, en el lugar donde se encuentra el poblado ibérico donde los historiadores han situado el origen de Mataró.



lunes, 5 de diciembre de 2022

Leyenda de las xanas






 La variante asturiana de una sirena es una xana. Se trata de bellas mujeres o ninfas, siempre cerca del agua, que con su canto y su belleza atraen a los hombres. Se supone que están atadas a fuentes o manantiales y piden ayuda a los hombres del campo para que las liberen. Pero las xanas también tienen un lado malo: castigan a los hombres de mal corazón o a aquellos que prometen liberarlas y en el último momento se arrepienten. Una de las leyendas relacionadas con las xanas es la del ‘panecillo de los cuatro cuernos’. Una xana promete a un campesino una inmensa riqueza si la ayuda a liberarla de la fuente a la que está atada. Él acepta pero la xana le pide que tiene que guardarle antes un extraño pan en su casa durante un año. Así lo hace, y se lo explica a su mujer. Ésta, durante ese año, da un mordisco a uno de los cuatro picos del pan y empieza a salir sangre por lo que intenta disimular el mordisco y lo vuelve a guardar. Cuando se cumple un año y el campesino se lo lleva a la xana, el pan se convierte en un hermoso caballo con solo tres piernas y con el que poco podían hacer. La xana, al enterarse que ha sido responsabilidad de su mujer, la maldice.

jueves, 17 de noviembre de 2022

La leyenda de Mulan

 En la historia, Mulan se disfraza de hombre para ocupar el lugar de su anciano padre en el ejército. Tras cumplir su servicio en el ejército, el Emperador le ofrece los más altos honores. Sin embargo, Mulan no desea seguir en el ejército, y pide solo un caballo para volver al hogar paterno. Cuando sus antiguos compañeros del ejército acuden a visitarla, quedan impactados al verla vestida como mujer, pues nunca sospecharon su verdadera identidad. El poema termina con la imagen de una liebre hembra (Mulan) y una liebre macho (sus compañeros) corriendo juntos, y el narrador preguntando si alguien sería capaz de distinguirlos.

El período en el que transcurre la historia es incierto. Los primeros testimonios de la leyenda afirman que vivió durante la dinastía Wei del Norte  Běi Wèi, 386-534). Sin embargo, otra versión sostiene que Mulan fue solicitada como concubina por el Emperador Sui Yangdi (quien reinó entre 604 y 617). Algunas evidencias del poema apuntan a la primera interpretación. Al Emperador ("Hijo del Cielo") se le llama también como "hi Khan" (hijo del viento), título utilizado por los gobernantes descendientes de la nación Xianbei, en la antigua China. Los gobernantes de la dinastía Wei del Norte eran de etnia Xianbei. Por otra parte, la referencia al "Khan" podría reflejar la fecha de composición del poema, y no la época en que suceden los hechos.




|Los insectos celebran con su canto la tarde.

Mulán está tejiendo ante la puerta.

No se oye girar la lanzadera,

tan sólo los lamentos de la niña.

Preguntan dónde está su corazón.

Preguntan dónde está su pensamiento.

En nada está pensando,

si no es en el rey Kong, su bello amado.

La lista del ejército ocupa doce rollos

y el nombre de su padre figura en todos ellos.

No hay un hijo mayor para el padre,

un hermano mayor que Mulán.

«Yo iré a comprar caballo y una silla,

yo acudiré a luchar por nuestro padre.»

Ha comprado en oriente un caballo de porte,

ha comprado en poniente una silla y cojín,

ha comprado en el sur una brida

ha comprado en el norte un buen látigo.

Al alba se despide de su padre y su madre;

cuando anochece, acampa junto al Río Amarillo.

Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,

tan sólo el chapoteo del caballo en el agua.

Al alba abandona el Río Amarillo;

cuando anochece, llega a la Montaña Negra.

Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,

tan sólo a los caballos relinchando en el monte.

las ráfagas del cierzo traían son de hierro,

a la luz de la luna brillaban armaduras.

Allí los generales luchando en cien batallas

morían, y después de haber dado diez años

volvían a su casa, valientes, los soldados.

De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol,

que se sienta en la Sala de los Resplandores.

Le concede medallas por sus méritos muchos,

le ofrece alas de pato crujientes por millares.

El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora.

«Mulan no necesita honores oficiales,

dame un burro robusto de cascos bien ligeros

y envíame de vuelta a casa de mis padres.»

Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca,

los dos salen a verla, dándose de codazos.

Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca,

se arregla y se coloca delante de la puerta.

Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca,

saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero.

«He abierto la puerta de mi cuarto oriental,

y en el occidental me he sentado en la cama.

Me quité la armadura que llevaba en la guerra

y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo.

Delante del espejo, cerca de la ventana

me he peinado el cabello enmarañado

y he adornado mi frente con pétalos dorados.»

Cuando Mulan salió ante sus camaradas,

todos se sorprendieron, quedándose perplejos.

Doce años estuvieron con ella en el ejército

y ninguno sabía que era una muchacha.

Las patas del conejo saltan más,

los ojos de la hembra son algo más pequeños,

mas cuando ves un par corriendo por el campo,

¿quién logra distinguir a la hembra del macho ?


lunes, 31 de enero de 2022

Venus Hotentote (Una triste y cruel historia)

 Baartman nació en 1789 en una región cercana al río Gamtoos, en Cabo Este, Sudáfrica, hogar de los nativos Joi-Joi. Durante su adolescencia, Sara emigró a Cape Flats, cerca de Ciudad del Cabo, donde terminó siendo esclava de unos granjeros y vivió en una pequeña cabaña hasta 1810. Ese año fue vendida al doctor británico William Dunlop, quien la persuadió para irse con él en barco hacia Inglaterra. Lo que Dunlop deseaba era presentarla en su circo como una rareza, y hacer dinero con ella a través de exhibiciones. La figura de Sara Baartman se debía a una acumulación de grasa en los glúteos llamada esteatopigia.

Según las crónicas, era obligada a “desfilar” desnuda en una plataforma de dos pies de altura, así como a obedecer a su guardián cuando este le ordenaba cómo “actuar en el escenario”. Por un pago extra, se le permitía a los espectadores que tocaran sus exuberantes glúteos.

Hubo protestas en Londres debido a la manera en que Sara era tratada. Estas presentaciones se llevaron a cabo en una época en que se debatía la abolición de la esclavitud, y surgieron protestas en Londres cuestionando su explotación. El circo en el que la exhibían también recibió presiones de ciertos sectores sociales y estuvo a punto de ser clausurado, ya que Sara Baartman no participaba voluntariamente en él, pero el doctor William Dunlop demostró que ella estaba de acuerdo, ya que presentó un contrato que ella había firmado. Hasta el presente se duda de que Sara realmente haya conocido o firmado aquel documento.

Finalmente, una sociedad benéfica solicitó la prohibición del espectáculo y Sara fue llevada ante los tribunales. Después de que esto provocara el final del negocio en Inglaterra, fue trasladada a París, donde un domador de fieras la exhibió durante quince meses más. En París atrajo la atención de científicos franceses, en particular la de George Cuvier, quien la describió como una mujer inteligente, de excelente memoria y que hablaba fluidamente el neerlandés.

Ya en el tiempo en que los parisinos perdieron interés en el espectáculo de Sara, fue forzada a prostituirse. Ella no pudo resistir el frío clima, la cultura europea, ni el abuso de su cuerpo. Sola, enferma y alcohólica, falleció el 29 de diciembre de 1815 a la edad de 25 años. Cinco años después de haber salido de su natal África. A menos de 24 horas de su deceso, la comunidad científica parisina se reunió para realizar su autopsia, luego de que Cuvier realizara un vaciado en yeso de su cuerpo. Los resultados de la autopsia fueron publicados también por Cuvier. Su esqueleto, su cerebro y sus genitales estuvieron en exposición en el Museo del Hombre de París. Sus genitales, sobre todo, fueron durante mucho tiempo objeto de gran curiosidad, por poseer la característica llamada sinus pudoris, que es una elongación de los labios menores de la vagina, propia de las mujeres Joi-Joi.

Repatriación de sus restos

Tumba de Sara Baartmans, situada en -33.8371, 24.8848

Sus restos fueron expuestos al público durante más de 160 años. En 1994, el entonces presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, después de la victoria del Congreso Nacional Africano en las elecciones generales de Sudáfrica, realizó una petición formal al presidente francés François Mitterrand para que sus restos fueran devueltos a su patria, recibiendo de este la promesa de que los restos de Sara Baartman volverían a su país de origen. Después de muchos problemas legales y debates en la Asamblea Nacional, Francia accedió al pedido el 6 de marzo de 2002.

Luego de 160 años de exhibición, los restos de Sara fueron retirados del museo en 1994. Finalmente fue devuelta y sepultada el 9 de agosto de 2002, Día de la Mujer en su país, en una región cercana al río Gamtoos en Cabo Este, donde actualmente existe el pueblo de Hankey (localidad de unos 8000 habitantes fundado en 1826), en la confluencia del arroyo Klein con el río Gamtoos, en la municipalidad de Kouga, a unos 20 km al oeste de Port Elizabeth (Sudáfrica), capital del distrito de Cacadu en la Provincia Oriental del Cabo,7​ lugar donde nació. Ahora en Sudáfrica es considerada un símbolo nacional.




viernes, 10 de diciembre de 2021

FELICES FIESTAS

 Desde la magia de mi bosque, os deseo a todos unas felices fiestas de Navidad y Año  Nuevo. Pidamos al niño Dios que nos libre del Covid, o a los Reyes Magos que nos traigan mascarillas.



lunes, 26 de abril de 2021

El Hada y la Mendiga


 En una tierra muy lejana, se dice que había muchos árboles. Dentro de estos árboles se vivían historias; algunas grandes y otras menos grandes, pero todas ellas fabulosas y sorprendentes.

En uno de estos árboles también vivía una pequeña hada que, con el paso de los siglos, se convirtió en un hada adulta.

En la base de aquel gran árbol todas las tardes, una mujer mendiga pedía algunas monedas para comer a quienes pasaban por allí cerca.

En el pueblo vivió un hombre que era tan rico como egoísta y avaro. Un buen día, el hombre pasó cerca de la mendiga quien le pidió “algunas monedas para comprar comida” pero el hombre le negó toda ayuda y decidió no volver a tomar ese camino para evitar a la mendiga por siempre.


El hombre avaro vivía con una joven criada a quien hacía trabajar a cambio solo de un poco de ropa, un plato de comida por día y algunas monedas a la semana.

Cada vez que el hombre tenía que pasar por el lugar donde estaba la mendiga, enviaba a su criada para no tener que darle limosna, pero lo que el hombre no sabía era que la criada hacía tiempo ya que iba a visitar a la mendiga y compartía con ella el poco dinero que el hombre avaro le pagaba mensualmente.

Una noche, el hombre rico fue invitado a una fiesta en la que bebió y comió todo lo que pudo y más. Luego, de regreso a su hogar, no se percató que estaba pasando debajo del árbol donde siempre se encontraba la mendiga pero esta vez, en vez de ver a la mendiga, encontró una hermosa mujer que le invitó a continuar otra fiesta junto a otros amigos y más comida.

El hombre no dudó en continuar con la diversión e ingresó dentro del árbol. Allí se encontró con muchas personas, comida, baile y diversión, pero como no podía comer ni beber más, decidió guardar en sus bolsillos cuanto pudiera para comerlo al día siguiente.

Feliz por la doble fiesta de aquel día, se retiró de la reunión. Al llegar a su hogar quiso mostrarle a su criada aquello que había guardado para comer luego pero, tal fue su sorpresa cuando de sus bolsillos nada salió.

El hombre rico se sintió estafado y ordenó a la criada que fuese a reclamar al árbol aquello que él creía que le pertenecía: la comida y obsequios que había guardado en sus grandes bolsillos.

La criada, triste por la actitud fue hasta el árbol pero antes de llegar a éste, sintió que en sus bolsillos había algo que le pesaba. Al meter sus manos en ellos, observó que estaban llenos de oro. Entonces la joven decidió ir a compartir su nueva riqueza con la mendiga pero en su lugar, había una hermosa hada quien le dijo:

Yo he sido la mendiga a quien tanto has ayudado y por tu bondad has sido librada de la maldad de tu amo. Ahora eres libre y rica también.

 La joven no regresó nunca con el avaro hombre y vivió su vida con mucha felicidad y riqueza ayudando siempre a los más necesitados.

FIN


 

jueves, 1 de abril de 2021

La Leyenda de Horus


 Sólo existía Nun, el océano. Ni tierra, ni plantas, ni seres habitaban el planeta. Todo era agua y oscuridad. Entonces surgió el primer montículo, y gracias al soporte terrestre nació Ra, el primer dios, y comenzó la vida.

Ra creó el sol, que se levantó lentamente por el horizonte hasta iluminarlo todo. Acto seguido el gran dios nombró a Shu, y el viento comenzó a soplar. Luego mencionó el nombre de Tefnut, y comenzó a llover. El viento y la lluvia habían sido creados. Shu y Tefnut tuvieron hijos, Geb, la tierra (masculino), y por encima de él Nut, el cielo (femenino). Geb y Nut se casaron y de su unión nacieron todas las estrellas.

Shu y Tefnunt, descontentos con la relación de sus hijos, pidieron a Ra que los vigilase. Así que Ra mandó uno de sus ojos a vigilar a Geb y Nut, y cuando el ojo regresó, un nuevo ojo ocupaba su lugar. El Ojo de Ra, entristecido y lleno de pena comenzó a llorar. Así, de las lágrimas del Ojo de Ra, apareció la humanidad.

Geb y Nut, negándose a romper su unión, siguieron copulando y así nacieron Osiris, Isis, Seth, Horus (Mejentienirti) y Neftis. Y de ellos siguió apareciendo todo tipo de vida.

Ra, bajo su aspecto humano, gobernó Egipto con justicia y bondad durante miles de años, logrando la felicidad de sus súbditos. Pero el paso de los años comenzó a pesar sobre el cuerpo humano de Ra y sus súbditos comenzaron a perderle el respeto a su envejecido y debilitado rey.

A lo largo del reino se alzaron las revueltas y Ra, enfurecido, mandó a su hija Sekhmet, nacida de su Ojo, para castigarlos. La furia de la peligrosa leona se sembró a su paso, desolando con violencia y crueldad todo lo que se encontraba, llenando Egipto de plagas y pestes. Ra, apiadado de los humanos al darse cuenta de la fuerza destructora de su hija, decidió transformarla en Hathor/Bastet, diosa de la dulzura y el amor, de la medicina y la sanación.

Pero Ra seguía siendo senil, y un dios más joven tenía que ocupar su lugar. Isis, hábilmente elaboró un plan. De la baba de su abuelo Ra creó una serpiente que mordió a Ra, envenenándolo. Lleno de dolor por el veneno, Ra llamó a Isis, su sanadora, en busca de ayuda. Y ella aceptó curarlo sólo si le descubría su verdadera deidad: “Si conozco tu nombre secreto, podré curarte”.

Pues quién conociera el verdadero nombre de Ra, podría convertirse en faraón de Egipto. Y Ra le respondió que sólo se lo diría bajo la promesa que ella únicamente daría esa información a su futuro hijo, al que debía llamar Horus, y éste a su hijo, y luego a su hijo, generación tras generación.

De este modo Ra se curó e Isis obtuvo sus poderes. Ya curado y mayor, Ra se volvió al cielo, donde vigila el mundo transportando en su barca sagrada el Sol hasta que por la noche Nut se lo traga, siguiendo el viaje por el infierno hasta el nuevo amanecer. Porque Ra es el Sol, y aparece con el alba y desaparece con la oscuridad.

Y así Isis convirtió a su hijo Horus en el nuevo señor de Egipto, quién todo lo gobierna y todo lo ve.

lunes, 25 de enero de 2021

Bella y el unicornio (Leyenda celta)




 Bella era la más hermosa de todas las mujeres. Nadie podía igualarla en elegancia, en belleza. Provocaba suspiros en cualquiera que la viera pasar. Pero su corazón era frío, duro como la roca, distante, jamás ninguna emoción había hecho mella en él.

Por eso, cuando una tarde vio en el río el reflejo de un ser fabuloso, cuando vio los ojos curiosos que la miraban desde el agua, Bella se supo cautiva, hechizada, presa de sus emociones... y viva por fin. Al minuto siguiente él ya no estaba. Y aunque buscó y le llamó, no encontró a su Unicornio. Suyo, porque solo ella le conocía, solo ella le amaba, solo ella creía en él...

Desde entonces, Bella descuidó su ajuar, dejó de mimar su piel untándola de esencias, olvidó sus joyas en el fondo de sus cofres, dejó de buscarse en los espejos, de cepillar su cabello... y sus ojos azules se cubrieron con un velo de tristeza. Pero seguía sabiéndose viva...

Las gentes del lugar inventaron leyendas y fantasías que explicaban por qué cada amanecer la que seguía siendo la muchacha más hermosa de cuantas habían visto, recorría el farallón más alto, su vestido agitándose al viento, su melena enredándose y danzando alrededor de su rostro, su mirada ausente, buscando en el horizonte lo que nadie acertaba a imaginar.


Un día, al paso de un peregrino, Bella se acercó y le preguntó:

-Buen hombre, tú que llevas la sabiduría reflejada en tu rostro, y al que la experiencia de toda una vida ha dibujado arrugas en la piel, dime, ¿cómo lo puedo encontrar?

-No sé qué persigues, pero cuanto menos lo busques, más rápido lo encontrarás -fue su respuesta.

Sin embargo, Bella empezó a hilar una red con sus largos cabellos. Tejió y tejió y cierto día, cuando los hombres miraron al acantilado, vieron una inmensa tela de araña que se balanceaba al viento y cubría el acantilado entero, desde la costa hasta el confín del mar. Y allí esperaba Bella, y tras un tiempo apareció su Unicornio, trotando sobre las olas, mirándola fijamente, tal vez con desdén, tal vez con sorpresa. Y en la red de Bella quedó atrapado su Unicornio.

Ella se acercó y acarició su piel, su crin, mientras sonreía por saber suyo al Unicornio. Creyó que al caer en la red, el Unicornio no podría sino quererla siempre, como ella haría con él. Pero el Unicornio habló, habló de lo absurdo de los amores que encarcelan y esclavizan al otro...

-Aunque me apreses, ates mis movimientos o me guardes en tu sitio más secreto y protegido de tu palacio, nada obtendrás de mí. Esta red sólo consigue atrapar mi cuerpo, pero mi corazón no puede ser tu cautivo. Sólo somos capaces de querer a los demás desde nuestra libertad.

Bella, confundida, pensó que solo deseaba que llegara el día en que el unicornio fuera capaz de amarla... nada más. Y la red se deshizo instantáneamente, y el Unicornio escapó. Bella se quedó quieta, inmóvil, tanto que su cuerpo empezó a convertirse en una estatua de piedra, hermosa, sublime, la más perfecta que nadie jamás hubiera esculpido.

Desde ese día, la estatua de Bella en lo alto del acantilado ve acercarse a muchachas enamoradas que le cuentan sus sueños, sus ilusiones; a niños que juegan y danzan a su alrededor; a un joven flautista que aprendió a tocar a los pies de la estatua y que ahora deleita a todos con su música, tal vez en un vano intento de sacar a Bella de su sueño eterno.

Pero lo más sorprendente son las flores que cada amanecer, rodean la estatua y cuelgan de las manos de piedra, frescas, lindas, cubriendo con su olor y sus colores a Bella.

Cuentan que hay alguien que llega con las primeras luces del alba, se inclina reverente, con devoción casi, ante la estatua, deja descansar unos instantes su cabeza en su regazo... Y se marcha, dejando su ofrenda, corriendo veloz, galopando sobre la espuma de las olas.

jueves, 10 de septiembre de 2020

El Salto de la Novia de Navajas




En la localidad de Navajas (Castellón), en plena naturaleza, se encuentra un salto de agua rodeado de vegetación en plena naturaleza, recomendado para pasar el día en los alrededores y caminar al aire libre, alejado de este mundo tan rápido. Al lugar, que en época posterior a las lluvias y nieves se ve bajar el agua con fuerza por su brazal, se le conoce como “El Salto de la Novia”, una pequeña cascada que desciende a más de 30 metros de altura para precipitarse en las aguas del río Palancia. Todo un espectáculo.

Su nombre, sin embargo, se debe a una leyenda existente en la zona, lo que la convierte en un lugar enigmático y de obligada visita, además de por su espectacularidad.

Esta leyenda cuenta que, hace muchos años, existía la costumbre de que los novios, antes de casarse, realizaran una prueba en la zona donde se dispone el salto, en los alrededores, donde al parecer el río se estrechaba. En ese mismo lugar era donde se debía de llevar a cabo un simple rito tradicional como prueba de amor, para disponer de felicidad, fertilidad y una vida plena juntos. La leyenda cuenta también que los novios que no superaban la prueba de fe y amor en la zona, significaba que iban a ser desgraciados en vida estando juntos, por lo que la pareja se rompía antes del matrimonio.

De aquel rito ceremonial surgió una fatalidad y desgracia, donde cuenta la leyenda que dos jóvenes murieron antes del matrimonio. Se dice que un día, ante la atenta mirada de la gente del pueblo, dos jóvenes, que no creían en la tradición, se acercaron a la zona para realizar la prueba. A pesar de no creer en esta tradición, pues para ellos su amor prevalecía por encima de cualquier cosa, quisieron hacerla por voluntad propia.

El destino quiso que, en aquella ocasión, una serie de fatalidades se dieran cita. Al parecer, aquel día, el Palancia bajaba revuelto y con fuerza, tanto que el agua formaba música al romper con las rocas. A pesar de esto, los dos jóvenes quisieron seguir con la prueba de fe ante la atenta mirada de los asistentes.

Así que, la joven, que nerviosa por la fuerza del río, salto cogiendo carrerilla hacia el otro extremo del río, en su estrechez. Pero aquella fue la última vez que se le vería en vida, pues el destino quiso que cayera al agua siendo arrastrada por su fuera hasta un remolino que la hizo desaparecer. Ante aquellos hechos, el joven, loco por lo ocurrido, salto al río para intentar rescatarla, pero también fue la última vez que se le vio con vida, pues corrió la misma suerte que su amada. Sus cuerpos, sin vida, fueron encontrados río abajo.


Los vecinos, tristes y consternados por lo ocurrido, decidieron dinamitar el paso para que, en un futuro, nadie corriese la misma suerte intentando repetir una tradición que, desde entonces, nadie realizó.

Según se cuenta, al parecer, en las noches de luna llena se escuchan gemidos y sollozos de tristeza de aquellos que perdieron la vida, y la cascada que cae, no es otra cosa que el lamento que llora la pérdida de los jóvenes fallecidos en forma de cola de novia, convirtiendo la estampa, para quienes visitan este lugar, en una preciosa imagen de un brazal que envuelve el río con su blanco manto.

martes, 9 de junio de 2020

La leyenda del Murciélago - Oaxaca


Cuenta la leyenda que hace mucho, existió un hermoso Murciélago que era la criatura más bella de la creación. Este, era tal como lo conocemos hoy en día y se llamaba "Biguidibela" (biguidi = mariposa y bela = carne; que significaba algo como "mariposa desnuda").
Un día de terrible frío, el Murciélago subió al cielo y pidió al
Creador que le diese plumas para abrigarse, pero Éste le dijo que ya no tenía más plumas pero podía pedir a otras aves sus mejores plumas. Convencido del permiso, el Murciélago así lo hizo y regresando a la tierra, pidió a cada una de las aves más hermosas, una de sus plumas más coloridas y vistosas.
Tras un largo tiempo recolectando plumas, el Murciélago lucía su hermoso y bello plumaje orgulloso.
Él iba por todos lados haciendo gala de su bella imagen e incluso, en una ocasión gracias al eco de su vuelo, provocó un bello arco iris que causó un gran asombro entre los animales.


Con el pasar del tiempo y los halagos, la soberbia y el orgullo se apoderaron del murciélago, haciendo  de él  que mirase con desprecio al resto de las aves, ya que él las consideraba corrientes e inferiores. El Murciélago percibía que ninguna ave estaba a su altura, hasta despreció al Colibrí diciendo que era corriente ante él. Su ego hizo que pensara que su aspecto era lo único y más
importante del mundo.
Así, las aves y los demás animales fueron despreciados con sus insoportables ofensas, y esto llegó hasta oídos del Creador, quien decidió intervenir llamando al bello Murciélago ante Él.

Cuando el Murciélago estuvo en presencia del Creador, se puso a  aletear con gran alegría ya que se sentía halagado al verse convocado por el Ser Supremo, sin embargo en medio de su aleteo, poco a poco iba desprendiéndose de su bello plumaje, las plumas se le desprendían una a una. En cuestión de segundos, el Murciélago estaba desnudo como al principio de los tiempos.
Avergonzado, huyó hacia la tierra escondiéndose en las cuevas y negándose la luz del día. Durante muchos días llovieron plumas de colores que él no quiso observar tratando de olvidar, lo maravillosamente hermoso que algún día fue. Desde ese momento, el Murciélago vivió en la oscuridad de la noche, sin ver jamás la luz del sol y  lamentándose por  su mala actitud con las demás aves, que un día le habían ayudado a ser hermoso.

( Autor desconocido )

viernes, 29 de mayo de 2020

La leyenda de Inés de Castro

Si hay una historia de amor que ha marcado la historia de Portugal, es sin duda la del amor prohibido entre el infante Pedro e Inês de Castro, dama de compañía de su esposa, D. Constança Manuel. A pesar de su casamiento, el Infante tenía encuentros románticos con Inês en los jardines de la Quinta das Lágrimas. Tras la muerte de D. Constança en 1345, D. Pedro vivió maritalmente con Inês, lo que acabó por enfrentarlo con su padre, el rey D. Afonso IV, que condenaba vehementemente la relación, y provocó una fuerte reprobación de la corte y del pueblo.

Durante años, Pedro e Inés vivieron en los Paços de Santa Clara, en Coimbra, con sus tres hijos. Pero la censura creciente a la unión por parte de la corte presionaba constantemente a D. Afonso IV, que finalmente ordenó asesinar a Inés de Castro en enero de 1355. Loco de dolor, Pedro lideró una rebelión contra el rey, sin perdonar nunca el asesinato de su amada. Cuando finalmente subió al trono en 1357, D. Pedro ordenó capturar y matar a los asesinos de Inés, arrancándoles el corazón, lo que le valió el apodo de «el Cruel».

Inés de Castro, la gallega reina cadáver de Portugal


La historia de una gallega que se convirtió en reina después de muerta, y de una historia de amor que habría cambiado la Historia
 Hace más de 650 años se produjo un episodio en la historia que conmocionó al mundo. Una noble gallega, de nombre Inés de Castro, fue coronada reina después de muerta. Entre la historia y la leyenda se encuentra este relato en el que se mezclan el amor, el poder, la traición, la muerte y el deshonor. Un relato en el que el rey de Portugal, Pedro I, desenterró a su amada para que los nobles que le habían traicionado besaran su mano y rindieran pleitesía a su esposa, la Reina cadáver. Ésta es la historia de un rey que amó a su reina más allá de la muerte y que convirtió a una gallega en la única reina póstuma del mundo.
.Inés era hija natural. Nada se sabe sobre sus primeros años; se supone que debió ser educada en Galicia, en el palacio de don Juan Manuel, duque de Peñafiel y marqués de Villena, pues parece probado que vivió con Constanza Manuel, hija del duque y prima suya, la cual, después de haberse negado varias veces a contraer matrimonio, decidió casarse con Pedro, infante de Portugal y posteriormente rey.
Las dos jóvenes abandonaron la corte de Peñafiel en 1340, e Inés residió en Lisboa o Coímbra en calidad de dama parente, y añade la tradición que, en el instante de su llegada a la corte de Alfonso IV de Portugal, excitó una viva pasión en el corazón del infante heredero Pedro.
Inés de Castro, amada apasionadamente por el heredero del trono portugués, y viviendo la esposa legítima de este, era de muy noble estirpe para tomar ostensiblemente el título de amante real del infante; pero lo cierto es que los amores de Inés y de Pedro excitaron la pasión de los celos en Constanza, la cual murió a consecuencia del parto del futuro heredero, Fernando, el 13 de noviembre de 1345. A partir de esta época los lazos que se habían formado entre Inés y el infante tomaron un carácter muy distinto del que habían tenido durante la vida de Constanza.


Terrible fue la venganza de Pedro cuando fue coronado rey. La leyenda admitida por la tradición, pero no probada por la historia, cuenta que el rey Pedro tomó el cadáver de Inés —en estado de descomposición avanzada— y lo colocó en el trono obligando a su corte y a todos los allí presentes a que le rindieran los honores debidos de reina.




LETRA DE LA CANCIÓN

Doña Constanza salió
de España para Coimbra.
Doña Inés la acompañaba,
su mejor dama y amiga.

Don Pedro salió al encuentro
con su corte a recibirlas
y de Inés quedó prendado;
nunca vio mujer tan linda.

Doña Constanza de pena,
por el rey se moría
y el rey por Doña Inés,
daba su alma y su vida.

Doña Constanza murió
y Portugal que sabía,
la pena que la mató,
la muerte de Inés de Castro,
el pueblo entero pidió.

La condenaron a muerte;
la condena se cumplió,
y al rey Don Pedro dejaron,
viviendo sin corazón,
viviendo sin corazón.

Reina para Portugal,
el pueblo a voces pedía,
y el rey busca la venganza,
del amor que fue su vida.

Le consumía la pena,
no tuvo noche, ni día
y sin descanso buscaba
a quien le quitó la vida.

Y por fin Inés vengada,
en el Palacio Real;
fue proclamada la reina
del reino de Portugal.

Doña Constanza murió
y Portugal que sabía,
la pena que la mató,
la muerte de Inés de Castro,
el pueblo entero pidió.

La condenaron a muerte;
la condena se cumplió,
y al rey Don Pedro dejaron,
viviendo sin corazón,
viviendo sin corazón.

(Esta canción me la se desde muy pequeña pues mi madre solía cantarla mucho y a mi me fascinaba la historia de esa reina cadáver)

martes, 12 de mayo de 2020

El deshollinador y la pastorcilla (Hans Christian Andersen )

  Este cuento lo dedico a Ceciely del blog DULCINEAS, espero que sea el que quería

  ¿Has visto alguna vez uno de estos armarios muy viejos, ennegrecidos por los años, adornados con tallas de volutas y follaje? Pues uno así había en una sala; era una herencia de la bisabuela, y de arriba abajo estaba adornado con tallas de rosas y tulipanes. Presentaba los arabescos más raros que quepa imaginar, y entre ellos sobresalían cabecitas de ciervo con sus cornamentas. En el centro, habían tallado un hombre de cuerpo entero; su figura era de verdad cómica, y en su cara se dibujaba una mueca, pues aquello no se podía llamar risa. Tenía patas de cabra, cuernecitos en la cabeza y una luenga barba. Los niños de la casa lo llamaban siempre el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo»; era un nombre muy largo, y son bien pocos los que ostentan semejante titulo; ¡y no debió de tener poco trabajo, el que lo esculpió!        

    Y allí estaba, con la vista fija en la mesa situada debajo del espejo, en la que había una linda pastorcilla de porcelana, con zapatos dorados, el vestido graciosamente sujeto con una rosa encarnada, un dorado sombrerito en la cabeza y un báculo de pastor en la mano: era un primor. A su lado había un pequeño deshollinador, negro como el carbón, aunque asimismo de porcelana, tan fino y pulcro como otro cualquiera; lo de deshollinador sólo lo representaba: el fabricante de porcelana lo mismo hubiera podido hacer de él un príncipe, ¡qué más le daba!
    He ahí, pues, al hombrecillo con su escalera, y unas mejillas blancas y sonrosadas como las de la muchacha, lo cual no dejaba de ser un contrasentido, pues un poquito de hollín le hubiera cuadrado mejor. Estaba de pie junto a la pastora; los habían colocado allí a los dos, y, al encontrarse tan juntos, se habían enamorado. Nada había que objetar: ambos eran de la misma porcelana e igualmente frágiles.
    A su lado había aún otra figura, tres veces mayor que ellos: un viejo chino que podía agachar la cabeza. Era también de porcelana, y pretendía ser el abuelo de la zagala, aunque no estaba en situación de probarlo. Afirmaba tener autoridad sobre ella, y, en consecuencia, había aceptado, con un gesto de la cabeza, la petición que el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo» le había hecho de la mano de la pastora.
-Tendrás un marido -dijo el chino a la muchacha- que estoy casi convencido, es de madera de ébano; hará de ti la «Sargentamayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo». Su armario está repleto de objetos de plata, ¡y no digamos ya lo que deben contener los cajones secretos!
-¡No quiero entrar en el oscuro armario! -protestó la pastorcilla-. He oído decir que guarda en él once mujeres de porcelana.
-En este caso, tú serás la duodécima -replicó el chino-. Esta noche, en cuanto cruja el viejo armario, se celebrará la boda, ¡como yo soy chino!
E, inclinando la cabeza, se quedó dormido.
La pastorcilla, llorosa, levantó los ojos al dueño de su corazón, el deshollinador de porcelana.
-Quisiera pedirte un favor. ¿Quieres venirte conmigo por esos mundos de Dios? Aquí no podemos seguir.
-Yo quiero todo lo que tú quieras –le respondió el mocito-. Vámonos enseguida, estoy seguro de que podré sustentarte con mi trabajo.
-¡Oh, si pudiésemos bajar de la mesa sin contratiempo! -dijo ella-. Sólo me sentiré contenta cuando hayamos salido a esos mundos.
Él la tranquilizó, y le enseñó cómo tenía que colocar el piececito en las labradas esquinas y en el dorado follaje de la pata de la mesa; se sirvió de su escalera, y en un santiamén se encontraron en el suelo. Pero al mirar al armario, observaron en él una agitación; todos los ciervos esculpidos alargaban la cabeza y, levantando la cornamenta, volvían el cuello; el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo» pegó un brinco y gritó al chino:
-¡Se escapan, se escapan!
Los pobrecillos, asustados, se metieron en un cajón que había debajo de la ventana.
    Había allí tres o cuatro barajas, aunque ninguna completa, y un teatrillo de títeres montado un poco a la buena de Dios. Precisamente se estaba representando una función y todas las damas, oros y corazones, tréboles y espadas, sentados en las primeras filas, se abanicaban con sus tulipanes; detrás quedaban las sotas, mostrando que tenían cabeza o, por decirlo mejor, cabezas, una arriba y otra abajo, como es costumbre en los naipes. El argumento trataba de dos enamorados que no podían ser el uno para el otro, y la pastorcilla se echó a llorar, por lo mucho que el drama se parecía al suyo.
-¡No puedo resistirlo! -exclamó-. ¡Tengo que salir del cajón!
Pero una vez volvieron a estar en el suelo y levantaron los ojos a la mesa, el viejo chino, despierto, se tambaleó con todo el cuerpo, pues por debajo de la cabeza lo tenía de una sola pieza.
-¡Que viene el viejo chino! -gritó la zagala azorada, cayendo de rodillas.
-Se me ocurre una idea -dijo el deshollinador-. ¿Y si nos metiésemos en aquella gran jarra de la esquina? Estaremos entre rosas y espliego, y si se acerca le arrojaremos sal a los ojos.
-No serviría de nada -respondió ella-. Además, sé que el chino y la jarra estuvieron prometidos, y siempre queda cierta simpatía en semejantes circunstancias. No; el único recurso es lanzarnos al mundo.
-¿De verdad te sientes con valor para hacerlo? -preguntó el deshollinador-. ¿Has pensado en lo grande que es y que nunca podremos volver a este lugar?
-Sí -afirmó ella.
El deshollinador la miró fijamente y luego dijo:
-Mi camino pasa por la chimenea. ¿De veras te sientes con ánimo para aventurarte en el horno y trepar por la tubería? Saldríamos al exterior de la chimenea; una vez allí, ya sabría yo apañármelas. Subiremos tan arriba, que no podrán alcanzarnos, y en la cima hay un orificio que sale al vasto mundo.
Y la condujo a la puerta del horno.
-¡Qué oscuridad! -exclamó ella, sin dejar de seguir a su guía por la caja del horno y por el tubo, oscuro como boca de lobo.
-Estamos ahora en la chimenea –le explicó él-. Fíjate: allá arriba brilla la más hermosa de las estrellas.
Era una estrella del cielo que les enviaba su luz, exactamente como para mostrarles el camino. Y ellos venga trepar y arrastrarse. ¡Horrible camino, y tan alto! Pero el mozo la sostenía, indicándole los mejores agarraderos para apoyar sus piececitos de porcelana. Así llegaron al borde superior de la chimenea y se sentaron en él, pues estaban muy cansados, y no sin razón.
Encima de ellos se extendía el cielo con todas sus estrellas, y a sus pies quedaban los tejados de la ciudad. Pasearon la mirada en derredor, hasta donde alcanzaron los ojos; la pobre pastorcilla jamás habla imaginado cosa semejante; reclinó la cabecita en el hombro de su deshollinador y prorrumpió en llanto, con tal vehemencia que se le saltaba el oro del cinturón.
– ¡Es demasiado! -exclamó-. No podré soportarlo, el mundo es demasiado grande. ¡Ojalá estuviese sobre la mesa, bajo el espejo! No seré feliz hasta que vuelva a encontrarme allí. Te he seguido al ancho mundo; ahora podrías devolverme al lugar de donde salimos. Lo harás, si es verdad que me quieres.
El deshollinador le recordó prudentemente el viejo chino y el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo», pero ella no cesaba de sollozar y besar a su compañerito, el cual no pudo hacer otra cosa que ceder a sus súplicas, aun siendo una locura.
Y así bajaron de nuevo, no sin muchos tropiezos, por la chimenea, y se arrastraron por la tubería y el horno. No fue nada agradable.
    Una vez en la caja del horno, pegaron la oreja a la puerta para enterarse de cómo andaban las cosas en la sala. Reinaba un profundo silencio; miraron al interior y… ¡Dios mío!, el viejo chino yacía en el suelo. Se había caído de la mesa cuando trató de perseguirlos, y se rompió en tres pedazos; toda la espalda era uno de ellos, y la cabeza, rodando, había ido a parar a una esquina. El «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-de-chivo» seguía en su puesto con aire pensativo.
-¡Horrible! -exclamó la pastorcita-. El abuelo roto a pedazos, y nosotros tenemos la culpa. ¡No lo resistiré! -y se retorcía las manos.
-Aún es posible pegarlo -dijo el deshollinador-. Pueden pegarlo muy bien, tranquilízate; si le ponen masilla en la espalda y un buen clavo en la nuca quedará como nuevo; aún nos dirá cosas desagradables.
-¿Crees? -preguntó ella. Y treparon de nuevo a la mesa.
-Ya ves lo que hemos conseguido -dijo el deshollinador-. Podíamos habernos ahorrado todas estas fatigas.
-¡Si al menos estuviese pegado el abuelo! -observó la muchacha-. ¿Costará muy caro?
Pues lo pegaron, sí señor; la familia cuidó de ello. Fue encolado por la espalda y clavado por el pescuezo, con lo cual quedó como nuevo, aunque no podía ya mover la cabeza.
-Se ha vuelto usted muy orgulloso desde que se hizo pedazos -dijo el «Sargento-mayor-y-menor-mariscal-de-campo-pata-dechivo»-. Y la verdad que no veo los motivos. ¿Me la va a dar o no?
El deshollinador y la pastorcilla dirigieron al viejo chino una mirada conmovedora, temerosos de que agachase la cabeza; pero le era imposible hacerlo, y le resultaba muy molesto tener que explicar a un extraño que llevaba un clavo en la nuca. Y de este modo siguieron viviendo juntas aquellas personitas de porcelana, bendiciendo el clavo del abuelo y queriéndose hasta que se hicieron pedazos a su vez.

miércoles, 6 de mayo de 2020

El soldadito, la bailarina y el destino (Hans Christian Andersen)




En el día de su cumpleaños, un niño recibe una caja de veinticinco soldaditos de plomo. Uno de ellos tiene solamente una pierna, pues al fundirlos había sido el último y no había habido suficiente plomo para terminarlo. Cerca del soldadito se encuentra una hermosa bailarina hecha de papel con una cinta azul anudada en el hombro y adornada con una lentejuela. Ella, como él, se detiene sobre una sola pierna, y el soldadito se enamora de ella. Pero a medianoche otro juguete, un duende en una caja de sorpresas, increpa furioso al soldadito prohibiéndole que mire a la bailarina.
El soldadito finge no oír sus amenazas, pero al día siguiente, acaso por obra del duende, cae por la ventana y va a parar a la calle. Allí, tras llover un buen rato, dos niños lo encuentran y lo montan en un barquito de papel, enviándolo calle abajo por la cuneta. La corriente arrastra al soldadito hasta una alcantarilla oscura, donde una rata lo persigue exigiéndole un peaje. Por fin, la alcantarilla termina y el barquito de papel se precipita por una catarata a un canal, donde el papel se deshace y el soldadito naufraga. Apenas comienza a hundirse, un pez lo engulle y de nuevo el soldadito queda sumido en la oscuridad. Sin embargo, poco después el pez es capturado y cuando el soldadito vuelve a ver la luz se encuentra de nuevo en la misma casa. Allí está también la bailarina: el soldadito y ella se miran sin decir palabra. De repente, uno de los niños agarra al soldadito y lo arroja sin motivo a la chimenea. Una corriente de aire arrastra también a la bailarina y juntos, en el fuego, se consumen. A la mañana siguiente, al remover las cenizas, la sirvienta encuentra un pequeño corazón de plomo y una lentejuela. La prueba del amor entre ambos

martes, 7 de abril de 2020

Isla de San Borondón (La isla fantasma)

Mito, leyenda, tradición y misterio oceánico que deambula errante por los mares de Canarias.
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 En el año 480 de la Era del Señor nació Brandán en Irlanda. Desde muy joven entra en la orden benedictina. Cuentan que un día que navegaba en busca de tierras que evangelizar, cuando el crepúsculo se apoderaba de la noche, encontró una isla. Los navegantes saltaron, a esa supuesta tierra firme a descansar de jornadas en un mar tenebroso y desconocido.El silencio y la oscuridad atrajeron a los marineros que se entregaron al sueño, mientras, Brandán rezaba, observaba el cielo y el camino de los astros, hasta que se dio cuenta que lo que creía por tierra firme se movía hacia Oriente. Con el alba reunió a sus compañeros y les dijo: "no dejemos de dar gracias al Soberano y Dueño de todas las cosas, a este Dios cuya Providencia nos ha preparado en medio de los mares un nuevo bajel que no tiene necesidad ni de nuestras velas, ni de nuestros remos". Estaban navegando sobre el lomo de una gran ballena.

El viaje continuó lentamente durante 40 días, por mares abiertos y confiado en la Divina Providencia. Por fin la ballena, a la cual llamaban Jasconius, les arribó a una isla exuberante, altanera, con alegres cantos de mirlos y otros pájaros desconocidos, aguas de mar cristalinas donde los peces de mil colores jugaban con la espuma. Todo era quietud, paz, soledad en esa isla de limpias arenas negras, surcada por riachuelos, con extraños carneros, poblada de ricos frutos y de gratos aromas. ¿Sería el Paraíso? Siete años la habitaron. Y a ese paraíso de isla la leyenda le puso el nombre de San Barandán o San Borondón.
 Y el mito y el misterio siguió corriendo los siglos, hasta que el mismísimo Cristóbal Colón,  en su diario de a bordo anotaba el 9 de agosto de 1492, juraban muchos hombres honrados "...que cada año veían tierra al Oeste de las Canarias, que es al Poniente; y otros de La Gomera afirmaban otro tanto con juramento". Y el
almirante puso rumbo al poniente, por donde aparecía San Borondón, en busca de tierras firmes. La isla aparece y desaparece llamando a navegantes y aventureros. Se hicieron expediciones en su busca que afirmaban haber estado en ella. Errante, viajera, inestable y misteriosa. Los que la han divisado, afirman que se encuentra entre el Hierro y La Palma. En 1958 el fotógrafo Manuel Rodríguez Quintero la logró captar con su cámara y su cartografía abarca siglos en mapas y portulanos.
Los canarios de las islas occidentales continúan mirando al horizonte en busca de esa isla de aves y plantas exóticas, seres extraños, arroyo cristalinos, aromas dulces, tiempos apacibles y frescos, nieve en el reino del aire, mar limpio repleto de peces de mil tonalidades, gigantescos dragos que parecen dragones, montañas de formas redondas, barrancos abismales.  Leyenda o realidad? Un mero espejismo, la sombra de otra isla que se proyecta sobre el mar? Sólo puedo decir que cuando tenía 13 o 14 años, tuve la suerte de haberla divisado sobre el horizonte. En realidad sólo pude distinguir su sombra sobre las aguas quietas del Atlántico. Ya sé que le intentarán dar cualquier explicación científica al fenómeno, pero a mí me queda en lo más hondo la esperanza de poder estar en esa isla en algún momento de lo que me queda de vida.


jueves, 19 de marzo de 2020

La leyenda de Seetetelané (Leyenda africana)


Érase una vez un hombre de gran pobreza que tenía que cazar ratones para sobrevivir y que carecía prácticamente de todo, siendo sus ropas tejidas a partir de la piel de los animales que cazaba y pasando a menudo frío y hambre. No tenía tampoco familia ni pareja, y pasaba su tiempo cazando o bebiendo.
Un día, mientras cazaba ratones, encontró un enorme huevo de avestruz que pensó en comerse más adelante. Lo llevó a su casa y lo escondió allí antes de volver a buscar más comida. Cuando volvió, tras haber conseguido solo dos roedores, se encontró con algo verdaderamente inesperado: tenía una mesa puesta y preparada con carne de cordero y pan. El hombre, viendo las viandas, se preguntó si se habría casado sin saberlo.
En ese momento del huevo de avestruz salió una hermosa mujer, que se presentó como Seetetelané. La mujer le indicó que permanecería con él como su esposa, pero le advirtió que jamás la llamara hija del huevo de avestruz o se desvanecería para no volver jamás. El cazador prometió no volver a beber para evitar llamarla jamás de ese modo.
Pasaron los días juntos y felices, hasta que un día la mujer le preguntó si le gustaría ser jefe de tribu y poseer toda clase de riquezas, esclavos y animales. El cazador le preguntó si podía proporcionárselos, a lo que Seetetelané rió y con un golpe de su pié abrió el suelo, saliendo de él una gran caravana con todo tipo de bienes, servidores, esclavos y animales.
Además, la mujer le hizo ver que se había vuelto joven que sus ropas eran cálidas y valiosas. También la casa se había transformado en otra, pasando de ser una choza a un hogar de piedra repleta de pieles.
Pasó el tiempo y el cazador hizo de líder para los suyos durante un tiempo, hasta que en una celebración el hombre empezó a beber. Debido a ello empezó a comportarse de manera agresiva, a lo que Seetetelané intentó calmarlo. Pero este la empujó y la insultó, llamándola hija de un huevo de avestruz.
Esa misma noche, el cazador sintió frío, y al despertar vio que ya no quedaba nada más que su antigua choza. Ya no era líder, no tenía animales ni sirvientes, ni sus ropas eran cálidas. Y ya no tenía a Seetetelané. El hombre se arrepintió de lo que había hecho y dicho. Unos pocos días más tarde, en parte debido a que se había acostumbrado a un nivel de vida mejor, el hombre enfermó y murió.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Las diez haditas

Había una vez una linda muchacha llamada Elsa. Su padre y su madre habían trabajado mucho y eran muy ricos pero querían de tal manera a su hija que nunca le permitían hacer ningún trabajo. Elsa no sabía barrer un cuarto, ni coser un vestido, ni cocinar la cosa más simple; no sabía más que reír y cantar todo el santo día. Sin embargo, era tan buena y tan dulce que todos la querían. Y muy pronto se casó con un joven muy bueno y que la amaba de verdad pero que vivía muy lejos de los padres de la joven.
Entonces comenzaron tiempos muy duros para la pobre Elsa. Había multitud de cosas que hacer en la casa y ella no sabía ni cómo empezar. Cuando ensayaba a hacer algo le resultaba tan mal que se sentía fatigada apenas había comenzado. La sirviente se le acercaba y le decía: -¿Cómo debo hacer esto?—¿Cómo arreglo esto otro? —Y Elsa sólo podía responderle: —No sé, no sé.
Entonces la sirviente agregaba: Pues yo tampoco sé. Y como veía que su ama no hacía nada en todo el día ella tampoco hacia.
El marido de Elsa estaba más que disgustado: jamás había un buen plato a la mesa, la comida no estaba nunca a su hora y toda la casa era un desorden. Por fin un día perdió la paciencia y con voz airada le dijo a su esposa: no es de extrañar que todo en la casa ande tan mal si tú permaneces todo el día mano sobre mano. ¡No sabes hacer nada con tus diez dedos!
Cuando salió, la pobre Elsa lloró amargamente, porque amaba a su marido y deseaba agradarlo, además, le disgustaba tanto como a él ver su casa tan sucia y descuidada.
—Quisiera saber hacer las cosas, decía, sollozando! Quisiera tener diez buenas hadas chiquitinas que me ayudaran a hacer el trabajo! Entonces sí tendría mi casa bien!
No había acabado de decir esto cuando un gigantesco viejo flaco apareció delante de ella: iba envuelto en una larga capa que lo cubría de la cabeza a los pies, y le dijo a Elsa:
—¿Por qué lloras, hijita?
—Lloro porque no sé cuidar de mi casa, le contestó la joven. No se hacer el pan ni los pasteles, ni se barrer, ni se coser; cuando pequeña no me enseñaron a trabajar y ahora nada se hacer. ¡Quisiera tener diez hadas que me ayudaran!
—Las tendrás, querida, dijo el viejo. Luego sacudió su gran capa gris y paf… diez hadas diminutas saltaron a tierra.
Serán tus servidoras, Elsa, siguió diciendo el viejo, son hábiles y fieles y harán todo lo que necesites. Pero, las gentes se admirarán de ver estas diminutas criaturas en la casa, por eso prefiero ocultarlas. Préstame tus manos. Esas manos que no sirven para nada!
—Elsa le tendió sus lindas manos blancas.
—Ahora, separa tus dedos, esos deditos inútiles.
— Elsa separó sus lindos dedos sonrosados. El viejo los fue tocando uno a uno y a medida que los tocaba iba llamando:
—Mano derecha: Pulgar, Indice, Corazón, Anular, Meñique. Y cada vez que tocaba y nombraba un dedo, una de las pequeñas hadas inclinaba la cabeza.
—Hizo lo mismo con la mano izquierda diciendo: “Mano izquierda. Pulgar, Indice, Corazón, Anular, Meñique”. Y las cinco hadas restantes inclinaron sus cabecitas.
—Hop! ¡Ocultaos! dijo el viejo. ¡Hop! ¡Hop! Y las diminutas hadas saltaron sobre las rodillas de Elsa, luego a sus manos y zas! se ocultaron todas en sus lindos dedos sonrosados. En cada dedo se escondió una. El viejo desapareció.
Elsa se quedó mirando sus manos admiradísima, como podréis suponer.
Pero muy pronto los dedos comenzaron a moverse. Las hadas diminutas no estaban acostumbradas a permauecer inactivas y tenían horror de aburrirse. Elsa se levantó y se acercó a la cocina; punto y seguido, las hadas diminutas se pusieron a medir la harina, a pesar el azúcar y la mantequilla, a partir los huevos y a amasar la pasta. En un abrir y cerrar de ojos la metieron al horno y cuando el pastel estuvo asado resultó excelente! Después las hadas diminutas cogieron la escoba y el plumero y tris, tras, la casa quedó limpia y arreglada. Y así todo el resto del día. Elsa iba de un lugar a otro y las hadas diminutas realizaron todo el trabajo a perfección.
Cuando la sirviente vio que su ama trabajaba tan bien, se puso ella a su vez, a la tarea, y pronto todo el menaje quedó concluido y Elsa tuvo tiempo de sobra para reír y cantar.
No hubo más quejas ni regaños en la casa; y el marido de Elsa se puso tau orgulloso de su mujer que decía a todos sus amigos: Mi abuela era una excelente ama de casa, mi madre lo mismo, pero mi esposa las sobrepasa. No tiene más que una sirviente, y, a juzgar por el trabajo que realiza se diría que tiene tantas servidoras como dedos en sus manos!
Elsa sonreía oyendo esto. ¡Por nada del mundo contaba lo de las diez hadas diminutas!


Revista Triquitraque 1937 (Desconozco el autor)