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miércoles, 20 de julio de 2016

¿Por qué está loco el sombrerero?

El Hydrargyrismo y una merienda de locos con un conejo blanco

El sombrerero explica a Alicia en el capítulo “Una merienda de locos”, que ha quedado atrapado en una fiesta eterna del té debido a una maldición de la reina de Corazones. Según le indica él mismo, su osadía fue nada más y nada menos que la de intentar matar el tiempo, de ahí que se le condenara a vivir eternamente en las seis de la tarde.

Lo curioso de este personaje es que se le conoce como “el sombrerero loco”, cuando en realidad Lewis Carroll solo puso este adjetivo en boca del Gato Chesire, cuando éste le hablaba a Alicia de la compleja personalidad de dicho hombre. La escena de la fiesta del té con él y el conejo blanco constituyó uno de los instantes más clásicos dentro de la literatura infantil, que tejió para siempre la figura del conocido “sombrerero loco”.

Alicia en el pais de las maravillas

Pero la elección por parte de Carroll de este personaje no se debió al azar. En absoluto. Tal denominación dispone de unas curiosas raíces históricas por las que casi toda la población de aquella época, conocía la expresión “estar más loco que un sombrerero“. La verdad es que el origen de tal frase no deja de tener cierto aire de tragedia, y es que fue en el siglo XVIII cuando la moda de los sombreros estaba más en auge, cuando era extraño no ver en las calles a cualquier caballero de alta o baja clase social, lucir un distinguido sombrero.

Los sombrereros, para trasformar la piel de conejo en fieltro con el fin de elaborar sus creaciones, solían utilizar sales de mercurio. La exposición continuada a dichos vapores con efectos neurotóxicos era letal, entrando a menudo en un estado previo de desequilibrio o enloquecimiento muy característico. Esta enfermedad se denomina Hydrargyrismo, un envenenamiento lento pero letal a base de mercurio, que tiene como síntomas los cambios de humor, los desequilibrios emocionales, alteraciones sensoriales y del habla… una tragedia inevitable a la que estaban condenados todos aquellos que elegían la profesión de sombrerero.

Sombrerero loco origen

Como ves la brillante metáfora que nos muestra Lewis Carroll en su libro es muy descriptiva. En ella podemos ver el desequilibrio del pobre sombrerero en toda su expresión, compartiendo a su vez esa fiesta del té con un conejo. Esos animales de quienes se obtenía el fieltro letal que había que tratar con mercurio.

Puede que ahora nos riamos un poco menos cada vez que volvamos a leer este capítulo, o lo veamos en alguna de las películas realizadas sobre esta clásica novela. Y es que ya lo sabemos, la mayoría de cuentos populares encierran siempre algo triste o oscuro en sus páginas…


viernes, 8 de julio de 2016

Un cuento de Jorje Bucay

                        EL OSO DEL ZAR

Esta historia habla de un sastre, un zar y su oso.

Un día, el zar descubrió que uno de los botones de su chaqueta preferida se había caído.

El zar era caprichoso, autoritario y cruel (como todos los que se enmarañan durante demasiado tiempo en el poder). Así que furioso por la ausencia del botón, mando buscar al sastre y ordenó que a la mañana siguiente fuera decapitado por el hacha del verdugo.

Nadia contradecía al emperador de todas la Rusias, así que la guardia fue hasta la casa del sastre y, arrancándolo de entre los brazos de su familia, lo llevó a la mazmorra del palacio para esperar allí la muerte.

Al atardecer, cuando el carcelero le llevó al sastre la última cena, esté meneó la cabeza y musitó:
– pobre zar.

El guardia no pudo evitar la carcajada.
– ¿Pobre zar? Pobre de ti.
– Tu cabeza quedará bastante lejos de tu cuerpo mañana mismo.
– Tu no lo entiendes – dijo el sastre – ¿Qué es lo más importante para nuestro zar?
– ¿lo más importante? – contestó el guardia – . No lo se. Su pueblo.
– No seas estúpido. Digo algo realmente importante para él.
– ¿Su esposa?
– ¡más importante!
– ¡los diamantes! – creyó adivinar el carcelero.
– ¿qué es lo más le importa al zar en el mundo?
– ¡Ya lo se! ¡su oso!
– ¿y?
– Mañana, cuando el verdugo termine conmigo ..
– .. el zar perderá su única oportunidad de conseguir que su oso hable.
– ¿Tú eres entrenador de osos?
– Un viejo secreto familiar – dijo el sastre – Pobre zar.

Deseoso de ganarse favores con el zar, el pobre guardia corrió a cantarle al soberano su descubrimiento.

¡el sastre sabia enseñar a hablar a los osos!

El zar estaba encantado. Mandó a buscar inmediatamente al sastre, y cuando lo tuvo frente a si le ordenó:
– ¡Enséñale a mi oso nuestro lenguaje!

El sastre bajó la cabeza.
– Me encantaría complacerle, ilustrísima
– pero enseñar a hablar a un oso es una tarea ardua y lleva tiempo.
– lamentablemente, tiempo es lo que menos tengo.
– ¿Cuánto tiempo llevará el aprendizaje? – preguntó el zar.
– Depende de la inteligencia del oso…
– ¡El oso es inteligente! – interrumpió el zar
– De hecho es el oso más inteligente de todos los osos de Rusia.
– Bien. Si el oso es inteligente y siente deseos de aprender ..
– .. el aprendizaje duraría aproximamente ¡dos años!

El zar pensó durante un momento.

– Bien tu pena será suspendida durante dos años mientras entrenes al oso.
– ¡Mañana empezarás! – ordenó.
– Alteza – dijo el sastre
– Si tú mandas al verdugo a ocuparse de mi cabeza, mañana estaré muerto.
– Mi familia se las ingeniará para sobrevivir.
– Pero si me conmutas la pena, ya no tendré tiempo para dedicarme a tu oso.
– Deberé trabajar de sastre para mantener a mi familia.
– Eso no es un problema – dijo el zar
– A partir de hoy, y durante dos años, tú y tu familia estaréis bajo la protección real.
– Seréis vestidos, alimentados y educados con el dinero del zar.
– Nada que necesitéis o deseéis os será negado.
– Pero, eso si: si dentro de dos años el oso no habla ..
– .. te arrepentirás de haber pensado esta propuesta.
– Rogarás que el verdugo te hubiera matado.
– Entiendes, ¿verdad?
– Si, alteza.
– Bien, ¡guardias! – grito el zar
– Que lleven al sastre a su casa en el carruaje de la corte.
– Dadle dos bolsas de oro, comida y regalos para los niños.
– ¡Ya! ¡Fuera!

El sastre, en reverencia y caminando hacia atrás, empezó a retirarse mientras musitaba agradecimientos.
– No lo olvides – le dijo el azar apuntándolo con el dedo directamente a la frente
– si en dos años el oso no habla ..

Cuando todos en casa lloraban por la pérdida del padre de familia, el sastre apareció en la casa en el carruaje del zar, sonriente, eufórico y con regalos para todos. La esposa del sastre no cabía en sí de asombro. Su marido, al que pocas horas antes se le había llevado al cadalso, volvía ahora, acaudalado y exultante.

Cuando estuvieron solos, el hombre le contó los hechos
– ¡Estás loco! – gritó la mujer
– ¡Enseñar a hablar al oso del zar!
– Tú, que ni siquiera has visto a un oso de cerca.
– Estás loco. Enseñar a hablar a un oso.
– Loco, estás loco.
– Calma, mujer, calma.
– Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer.
– y ahora tengo dos años.
– En dos años pueden pasar tantas cosas.
– En dos años – siguió el sastre – se puede morir el zar.
– Me puedo morir yo.
– Y lo más importante: ¡A lo mejor el oso habla!