Antes de entrar deja fuera tu rabia y tu ira. Bienvenido a este bosque encantado, un lugar donde podemos dar rienda suelta a ese niño que todos llevamos dentro, tienes mi permiso para dejarle salir y que haga locuras. Sumérgete en este mundo mágico de las hadas y los duendes y vuelve pronto, te esperaré agitando mis alas

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lunes, 28 de enero de 2013

Paulo Coelho


Quien se atreve a tener un proyecto en su vida, quien tiene el valor de dejarlo todo para vivir su Leyenda Personal, acabará logrando sus objetivos. Lo importante es mantener el fuego en el corazón, y tener resistencia para superar los momentos difíciles.
Recuerden: el deseo que está en nuestra alma no vino de la nada; Alguien lo puso allí. Y este Alguien, que es puro amor y sólo desea nuestra felicidad, sólo hizo eso porque nos dio, junto al deseo, las herramientas para hacerlo realidad.



La subida arriesgada

Durante una tempestad, el peregrino llega a un albergue, y el dueño le pregunta adónde se dirige.
-Voy a las montañas- responde.
-Olvídelo – dice el dueño-. Es una subida peligrosa, y el tiempo no acompaña.
-Iré de todas formas –responde el peregrino-. Si mi corazón ya ha llegado allí, no será difícil que este cuerpo lo siga.


¿Cual es el precio?

-¿El precio de vivir un sueño es mucho mayor que el de vivir sin arriesgarse a soñar? –preguntó el discípulo.El maestro lo llevó a una tienda de ropa. Allí, le pidió que se probase un traje que era exactamente de su talla. El discípulo obedeció, y se quedó maravillado con la calidad de la ropa.
A continuación, el maestro le pidió que se probase el mismo traje, pero de una talla mucho mayor a la suya. Y el discípulo así lo hizo.
-Éste no sirve. Me está demasiado grande.
-¿Cuánto cuestan estos trajes? –le preguntó el maestro al vendedor.
-Los dos tienen el mismo precio. Sólo se diferencian en la talla.
A la salida de la tienda, el maestro le comentó a su discípulo:
-Vivir el sueño, y abandonar el sueño, también tienen el mismo precio, muy caro en ambos casos, generalmente. Pero la primera actitud nos lleva a comulgar con el milagro de la vida, mientras que la segunda no nos sirve para nada.



La búsqueda del camino

– Estoy dispuesto a dejarlo todo. Por favor, acépteme como su discípulo.
– ¿Cómo escoge un hombre su camino?
– A través del sacrificio. Un camino que exige sacrificio es un camino verdadero.
El abad se tropezó con una estantería. Un jarrón rarísimo saltó de su lugar, y el joven se arrojó al suelo para agarrarlo. Cayó con una mala postura y se rompió el brazo, pero logró salvar el jarrón.
– ¿Qué sacrificio es mayor: ver el jarrón hecho trizas, o romperse el brazo para salvarlo?
– No lo sé.
– En ese caso, no pretendas que el sacrificio determine tu elección. El camino se elige por nuestra capacidad de comprometernos con cada paso que damos mientras lo recorremos.



El discípulo embriagado

Un maestro zen tenía centenas de discípulos. Todos rezaban cuando había que hacerlo, excepto uno, que se pasaba el día borracho.
El maestro fue envejeciendo. Algunos de los discípulos más virtuosos comenzaron a discutir quién sería el nuevo líder del grupo, quién acogería los importantes secretos de la Tradición.
En la víspera de su muerte, sin embargo, el maestro llamó al discípulo borracho y le transmitió a él los secretos ocultos.
Un auténtico sentimiento de rebelión se apoderó de todos los demás.
-¡Qué vergüenza! – gritaban por las calles -. Todo este tiempo nos sacrificamos por un maestro equivocado, que no sabe valorar nuestras cualidades.
Escuchando la algarabía que había fuera, el maestro agonizante comentó:
-Yo necesitaba transmitir estos secretos a un hombre que conociese bien. Todos mis alumnos eran muy virtuosos, y sólo mostraban sus cualidades. Eso es peligroso, pues la virtud en muchas ocasiones sirve para esconder la vanidad, el orgullo, o la intolerancia.
Por eso elegí al único discípulo que conocía realmente bien, puesto que podía ver su debilidad: la bebida.


martes, 22 de enero de 2013

El Barrendero




Un hombre, muy sencillo y analfabeto, llamó a las puertas de un monasterio. Tení­a deseos verdaderos de purificarse y hallar un sentido a la existencia. Pidió que le aceptasen como novicio, pero los monjes pensaron que el hombre era tan simple e iletrado que no podrí­a ni entender las más básicas escrituras ni efectuar los más elementales estudios.


 Como le vieron muy interesado por permanecer en el monasterio, le proporcionaron una escoba y le dijeron que se ocupara diariamente de barrer el jardí­n. Así­, durante años, el hombre barrió muy minuciosamente el jardí­n sin faltar ni un solo dí­a a su deber.

Paulatinamente, todos los monjes empezaron a ver cambios en la actitud del hombre. ¡Se le veí­a tan tranquilo, gozoso, equilibrado! Emanaba de todo él una atmósfera de paz sublime. Y tanto llamaba la atención su inspiradora presencia, que los monjes, al hablar con él, se dieron cuenta de que habí­a obtenido un considerable grado de evolución espiritual y una excepcional pureza de corazón. Extrañados, le preguntaron si habí­a seguido alguna práctica o método especiales, pero el hombre, muy sencillamente, repuso:

–No, no he hecho nada, creedme.
Me he dedicado diariamente, con amor, a limpiar el jardí­n, y, cada vez que barrí­a la basura, pensaba que estaba también barriendo mi corazón y limpiándome de todo veneno.
     
(Si alguien conoce el autor de este cuento y me lo quiere decir se lo agradeceré mucho)

jueves, 17 de enero de 2013

Las Meigas



Las meigas son mujeres adoradoras del diablo y que con sus ritos pueden hacer maleficios.

Esta superstición obliga a una serie de ritos muy especiales para ahuyentar posibles peligros: guardar una herradura en el hogar, tras la puerta de entrada, o llevar consigo un diente de ajo, una castaña pilonga o varios objetos que libren del mal de ojo u otros hechizos.
La creemcia en las Meigas es mito central de nuestro acervo supersticioso; ellas representan para el pueblo el mal y el pecado, lo dañoso y lo perjudicial; todo lo contrario a la bondad y al bien, hecho por el cual se diferencian de las hadas, que significan lo favorable y lo adverso (dada su doble condición de buenas hadas y malas hadas). El específico de la identidad de las Meigas es la vejez, acrecentada por la dureza, la crueldad y la venganza, aunque también a veces son buenas.

Por lo general las gentes sencillas las temen o las rechazan, pero también las buscan, cuando con ensalmos acuden a ellas para curar algún dolor o para descubrir el porvenir.
Tenían las Meigas una idea real, si bien fantástica, de las facultades superiores de que se creían dotadas; y cuando en un proceso se le preguntó a una de ellas si fuera por el aire montada en una escoba, contestó: ¡ Eso por supuesto, ya se sabe!

Cuentan las leyendas que en las noches de San Juan. las meigas se reunian al lado de las rías, y dentro de un círculo de piedras conjuraban a las fuerzas de los cuatro elementos: El fuego, el aire, el agua, y la tierra

Danzando alrededor de un caldero lleno de aguardiente ardiendo, levantan sus brazos hacía las llamas, mientras invocan a espirirtus malignos a través del mágico conxuro.Estos espiritus, llevados con engaños al fuego pùrificador, terminan ardiendo en el aguardiente, siendo así purificadas las malas energíasQuien nunca asisitió al aquelarre de las meigas, quien jamás danzó con ellas bañandosé en la luz de la luna gallega, no podrá saber los secretos de las entrañas de la tierra

lunes, 7 de enero de 2013

Los Elfos


Los elfos son seres fantásticos que en las obras de J. R. R. Tolkien aparecen como seres prácticamente inmortales, al menos para el tiempo de Arda. Entre todos los Hijos de Ilúvatar son los más hermosos, los más valientes y los de mayor sabiduría y poder. Se llaman a sí mismos los Quendi, que significa los que hablan (llamados así por los Noldor)Los llamados primeros Hijos de Eru, o Primeros Nacidos, despertaron junto a la laguna de Cuiviénen cuando la Valië Varda, la Señora de los Cielos, encendió nuevas y brillantes estrellas en el firmamento para estorbar las tinieblas de Melkor. Como lo primero que vieron fueron las estrellas, estas son lo que más aman sobre todas las cosas, y veneran a Varda, llamándola Elbereth, "señora de las estrellas".
Físicamente, los Elfos crecen de forma más lenta que los Hombres, aunque en los primeros años, su apariencia puede confundirse fácilmente. A la edad de cincuenta años, los Elfos alcanzan la apariencia que tendrán el resto de su vida, y hasta los cien años no terminan de desarrollarse, cuando la mayoría de los Hombres ya habría muerto. Mentalmente, se desarrollan más rápido y aprenden a hablar y a andar con menos de un año.1
Los Elfos tienen una visión muy superior a la de los Hombres (exceptuando a los Numenoreanos) y ven perfectamente en la oscuridad si ésta no es absoluta. Son más hábiles que las demás razas, y más resistentes en cuerpo y mente que Hombres y Enanos. Se recuperan más rápido de las heridas y no están sujetos a las enfermedades. Son criaturas bellas que aman la naturaleza, la vida y la música. Todos los elfos son prácticamente inmortales: envejecen junto con el mundo y existen mientras el mundo exista. Son inmunes a las enfermedades; sólo pueden perder la vida en batalla o fallecer de pena. Pero pueden volver a la vida en Aman. Aunque no se sabe bien cómo esto llega a ocurrir, se sabe que mantienen su misma apariencia física y siguen siendo la misma persona que eran antes de morir (véase el caso de Glorfindel). Sus principales lenguajes son el Sindarin (Elfos Sindar) y el Quenya (Elfos Noldor).
Tanto dentro del mundo de la Tierra Media, como en la mitología en general, Ingwë (que en el mundo de la Tierra Media es también el rey de los Vanyar) es considerado el Alto Rey de todos los elfos, aunque luego de la Gran Marcha de los Elfos, nunca regresó de Aman y vive siempre cerca de los Valar.
Hay diferentes tipos de elfos en la mitología de J. R. R. Tolkien.