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martes, 16 de julio de 2019

Las Náyades


En la mitología griega, las náyades (en griego antiguo Ναϊάδες Naiádes, Ναίδες Naídes o Νάιτιδες Náitides, de νάω ‘fluir’) eran las ninfas de los cuerpos de agua dulce —fuentes, pozos, manantiales, arroyos y riachuelos—, y encarnaban la divinidad del curso de agua que habitaban, de la misma forma que los oceánidas eran las personificaciones divinas de los ríos y algunos espíritus muy antiguos que habitaban las aguas estancadas de pantanos, estanques y lagunas, como en la Lerna premicénica de la Argólida.también dicen que las Náyades eran y son muy guapas

Aunque las náyades estaban asociadas con los pequeños cuerpos de agua dulce (fuentes, pozos, manantiales, arroyos y riachuelos), las oceánides con los ríos y las nereidas con el agua salada, había cierto solapamiento debido a que los griegos pensaban en las aguas del mundo como en un sistema único, que se filtraba desde el mar a profundos espacios cavernosos en el seno de la tierra, desde donde subía ya dulce en filtraciones y manantiales. Aretusa, la ninfa de un manantial, podía abrirse paso a través de las corrientes subterráneas del Peloponeso para salir a la superficie en la isla de Sicilia.


En su calidad de ninfas, las náyades son seres femeninos, dotados de gran longevidad pero mortales. La esencia de una náyade estaba vinculada a su masa de agua, de forma que si ésta se secaba, ella moría. Aunque Walter Burkert señala que «cuando en la Ilíada (xx.4-9) Zeus llama a los dioses a asamblea en el Monte Olimpo, no son sólo los famosos olímpicos quienes acuden, sino también todas las ninfas y todos los ríos; sólo Océano queda en su puesto» (Burkert 1985), los oyentes griegos reconocían esta imposibilidad como una hipérbole del poeta, que proclamaba el poder universal de Zeus sobre el mundo natural antiguo: «la adoración de estas deidades», confirma Burkert, «está limitada sólo por el hecho de que están inseparablemente identificadas con una localidad específica».
Su genealogía cambia según el mitógrafo y la leyenda consultada: Homero las llama «hijas de Zeus», pero en otras partes se afirman que eran hijas de Océano. Es más común considerarlas hijas del dios-río en el que habitan. Su genealogía, en cualquier caso, es variada. La ninfa acuática asociada con una fuente particular fue conocida por toda Europa, en lugares sin relación directa con Grecia, sobreviviendo en los pozos celtas del noroeste de Europa que más tarde fueron rededicados a los santos, y en la Melusina medieval.
Todas las fuentes y manantiales célebres tienen su náyade o su grupo de náyades, normalmente consideradas hermanas, y su leyenda propia. Eran a menudo el objeto de cultos locales arcaicos, adoradas como esenciales para la fertilidad y la vida humana. Los jóvenes que alcanzaban la mayoría de edad dedicaban sus mechones infantiles a la náyade del manantial local. Con frecuencia se atribuía a las náyades virtudes curativas: los enfermos bebían el agua al que estaban asociadas o bien, más raramente, se bañaban en ellas. Era éste el caso de Lerna, donde también se ahogaba ritualmente a animales. Los oráculos podían localizarse junto a antiguas fuentes.
Las náyades también podían ser peligrosas. En ocasiones, bañarse en sus aguas se consideraba un sacrilegio y las náyades tomaban represalias contra el ofensor. Verlas también podía ser motivo de castigo, lo que normalmente acarreaba como castigo la locura del infortunado testigo. Hilas, un tripulante del Argo, fue raptado por náyades fascinadas por su belleza. Las náyades eran también conocidas por sus celos. Teócrito contaba la historia de los celos de una náyade en la que un pastor, Dafnis, era el amante de Nomia, a quien fue infiel en varias ocasiones hasta que ésta en venganza lo cegó para siempre.
En el origen de muchas genealogías, como las de Icario, Erictonio o Tiestes, aparece una náyade. Cuando se creía que un rey mítico había desposado una náyade y fundado una ciudad, Robert Graves ofrece una lectura sociopolítica: los recién llegados helenos justificaban su presencia tomando como esposa a la náyade de la fuente, como en la historia anterior al mito de Aristeo en la que Hipseo, un rey de los lapitas, se casó con la ninfa Clidanope, con quien tuvo a Cirene. Entre los Inmortales se da el paralelo de los amoríos y violaciones de Zeus, que según Graves registran la suplantación de antiguos cultos locales por otros olímpicos (Graves 1955). Aristeo tuvo una experiencia más allá de lo común con las náyades: cuando sus abejas murieron en Tesalia, fue a consultarlas. Su tía Aretusa le invitó a pasar bajo la superficie del agua, donde fue lavado en un manantial perpetuo y recibió consejo. Un mortal pero relacionado se había ahogado, siendo enviado como mensajero de esta forma para lograr consejo y favores de las náyades para su pueblo.

sábado, 6 de julio de 2019

Gegants de Vilafranca del Penedès.


En Ferragut i l’Elisenda són els Gegants de Vilafranca del Penedès. Actualment, representen dos reis cristians, probablement de finals de l’Edat Mitjana. Podrien representar els Reis Catòlics, si més no, el seu vestuari està inspirat en quadres de les seves figures que es troben al saló Sant Jordi del Palau de la Generalitat de Catalunya.
La seva primera referència històrica la trobem en les festes de canonització de Sant Raimon de Penyafort l’any 1601, tot i que hi ha indicis poc clars que assenyalarien la seva aparició en dates anteriors.
Els gegants de Vilafranca del Penedès (1906)
En aquells temps representaven cabdills alarbs; persones incultes i salvatges. Aquest vestuari es mantingué fins a mitjans del segle XIX. És a partir d’aleshores que els gegants vilafranquins pateixen diversos canvis en la seva indumentària, des de pagesos, pierrots, nobles italians…fins que a finals dels anys vint ja duen l’actual vestimenta.
Durant molts segles els Gegants de Vilafranca van pertànyer a la Confraria de Sant Macari i Sant Josep, formada per fusters, picapedrers i oficis relacionats amb la construcció.
La seva participació en les processons de Corpus és relativament constant des del segle XVII. Ja a finals dels segle XVIII s’incorporen a les cercaviles i processons de Sant Fèlix.
Però l’arribada de l’Ajuntament republicà l’any 1931 portaria diversos canvis en el paper tradicional dels gegants.
Entre els anys 20 i 30
S’imposa el trencament entre els elements populars i els religiosos, i en concret la desaparició de la processó de Corpus i l’entrada de Sant Fèlix. En lloc d’això, se celebren uns actes estrictament populars en punts cèntrics de la vila. La pretensió de l’Ajuntament republicà era deslligar la tradició dels actes religiosos. Per fer-ho es van potenciar les renovades Fires de Maig. La primera edició, l’any 1932, comptà amb l’actuació dels Xiquets de Valls, i des del 1933 fins a l’inici de la guerra civil, els Gegants van compartir escenari amb el Drac de Vilafranca, els Caps grossos i els castellers.
Però, al programa de la Festa Major del 1935 es torna a indicar la celebració de la processó i l’entrada de Sant Fèlix.
L’any 1949 en Ferragut i l’Elisenda van guanyar un concurs de Gegants del Penedès, també ho havien fet en concursos celebrats a Terrassa i Sabadell. Entre altres sortides dels Gegants en els anys de postguerra es recorden les de Sant Quintí de Mediona i Martorell i durant una colla d’anys a Barcelona, a les Festes de la Mercè.
La processó, que havia estat recuperada l’any 1935, deixa de sortir al 1970 i amb ella desaparegué la presència dels gegants pels carrers en les diades d’aquesta celebració.
L'Elisenda i en Ferragut
I així continuaren les coses fins el 1981. Aquell any els Administradors de la Festa Major van decidir recollir uns quants diners per fer vestits nous per a la parella vilafranquina i d’aquesta manera recuperar els seus gegants i tota la tradició i festivitat que els envolta.

martes, 2 de julio de 2019

Excálibur (La espada de Arturo)


Origen y etimología

Según Franklin R. Warren (2000, p. 19), la fuente más antigua que habla de la espada empuñada por el primer Rey de los britanos es el libro Historia de los reyes de Britania, de Geoffrey de Monmouth, escrito hacia 1130, pero ahí no se menciona que se liberase de la piedra. Algunos años antes, sin embargo, los monjes de Cluny habían divulgado la leyenda del caballero San Galgano (probablemente Gawain o Galván), que contiene elementos coincidentes como la espada inserta en la piedra, que aparece por vez primera en la materia artúrica en el Merlín de Robert de Boron. Sin embargo el origen es más antiguo: el romano Servio, en su famoso comentario a la Eneida de Virgilio, recuerda que Hércules, con ganas de probarse a sí mismo, clavó una barra de hierro en el suelo y ninguno logró sacarla sino él mismo; del agujero brotó una gran masa de agua que luego formó el hoy conocido como lago de Vico, en los montes Ciminos de Viterbo. Autores como Christopher Hibbert (2004, p. 24) o Warren (2000), entre otros, no dudan en atribuirle la paternidad de la invención del nombre de la espada a Geoffrey. Ambos autores indican la importancia de dichas armas en la Baja Edad Media, donde cada gran héroe portaba la suya, como es el caso de Roldán con la Durandarte, que ni él mismo pudo romper, o la Tizona del Cid Campeador.

Existen varias teorías respecto al origen de su nombre. Una de la más aceptadas es que proviene del latín Ex Calce Liberatus, lo que podría traducirse como Liberada de la piedra. Aun así, en muchos escritos ha sido llamada de diferentes formas y es posible que su nombre actual derive de uno de estos: Caliburn, que probablemente deriva de la palabra latina Chalybs: acero; en la antigua narración galesa «Culhwch and Olwen» se la nombra como "Caledfwlch", que deriva del gaélico antiguo caladbolg: "espada centelleante". Se acepta que el nombre se lo dio el poeta anglo-normando Wace.

La obtención de Excálibur

El Rey Arturo y Merlín recogiendo a Excálibur ofrecida por la Dama del Lago.
Existen diversas historias de cómo Arturo se hace poseedor de la mítica espada.

Al morir el rey Uther Pendragon, Merlín forjó en la isla de Ávalon (la isla de las hadas) una espada (Excálibur) y la clavó en una piedra que estaba al lado de una capilla de Londres. Esta versión es la recogida, por ejemplo, en el Merlín del francés Robert de Boron.

En El ciclo de la Vulgata, se cuenta que Arturo había roto su espada (la de la piedra) durante un combate contra Sir Pellinore. Merlín lo llevó a un lago del cual surgió una bella joven, la Dama del Lago. Esta Dama del Lago era una bruja poderosa que podía caminar sobre las aguas y tenía un castillo en el fondo de aquel lago. La Dama tenía en su poder a Excálibur, una espada mágica (la espada y el lago son dos elementos que coinciden con el mito que recoge Servio). Merlín le pidió dicha espada para su pupilo y ella se la entregó. La espada estaba guardada en una vaina que hizo que el Rey no perdiese sangre cuando la llevaba a las batallas. Merlín le advirtió a Arturo que tuviese cuidado, porque un día llegaría una mujer digna de su confianza y le arrebataría la vaina de Excálibur para siempre. Esta segunda versión es la retomada por Sir Thomas Malory.

En la leyenda galesa, Excálibur recibe el nombre de “Caledfwlch”, así aparece el romance del guerrero de Arturo, donde Llenlleawg, un caballero irlandés, roba un caldero mágico y mata a un rey llamado Diwrnach. 1​

En el libro La última legión, escrito por Valerio Massimo Manfredi, se relata cómo el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augusto, un niño de 13 años en compañía de un grupo de hombres y una mujer que se encuentran por causas del destino, escapan de Italia perseguidos por un fiero general bárbaro llamado Wulfila. Estando encerrados en la cárcel de Capri, Rómulo junto a su tutor Ambrosino (quien resulta ser un druida celta llamado Myrdin Emreis) encuentran la espada con la que Julio César conquistó la isla britana. Ambrosino fiel a una vieja leyenda celta, lleva al niño junto a un grupo de hombres a Britannia, a donde prometió volver con un ejército para proteger al país de las invasiones provenientes del norte. En palabras de Manfredi, «Fue el prestigioso celtista Venscelas Kruta, de La Sorbona, buen amigo, el que me ofreció la clave de una interpretación latina del nombre Excalibur, y así he podido hacer proceder la espada del mundo mediterráneo. El asunto tiene una importante dimensión simbólica e ideológica, pues permite mostrar un paso de testigo del Imperio Romano a otro gran imperio mundial, el británico. En ese sentido, quise hacer una parábola sobre el fin de los imperios y la herencia de las civilizaciones».

Cuando al final de la historia llegan a Britania, se enfrentan, en nombre de la extinta "XII Legión del Dragón", contra Wulfila en una batalla en la cual mueren varios acompañantes del emperador (Demetrio, Orosio, Batiato y Vatreno), el niño asesina a Wulfila con la espada de Julio César y así se termina la batalla conocida como "mons Badonicus". Relata la historia que al ver tantas muertes por su causa, Rómulo arroja la espada a un lago, quedando así incrustada en una piedra. Se narra también cómo Romulo Augusto, hijo del Dragón (por la legión) fue llamado en Britania como Pendragón, y a su tutor Myrdin, a quien luego la gente le deformó el nombre en Merlín. Pendragón y una muchacha Ygraine (Hija de Kustennin, o Constantinus en Roma) tuvieron un hijo llamado Artus.

La desaparición de Excálibur

Bedivere lanzando la mítica espada al agua. Ilustración de 1894.
La historia más aceptada es aquella en que Arturo, moribundo, ordena a uno de sus caballeros que arroje su espada al estanque en el que habita Nimue, la Dama del Lago. Este caballero, que primero desobedece y luego acepta la orden de muy mala gana, es llamado Griflet, Bedivere, Lanzarote o Perceval, de acuerdo al relato.

Cuando el caballero lanza la espada al estanque, una mano vestida de seda blanca (Nimue) surge de la superficie del agua, toma la espada y luego desaparece en las profundidades. Este relato sobre el retorno de Excálibur al lago podría estar basado en las costumbres de algunos pueblos celtas de lanzar a los lagos algunas pertenencias de los grandes guerreros que acababan de morir como ofrenda a sus dioses.

Se dice también que la espada descansa junto con el Rey en Avalón aguardando el día de su regreso.