Yggdrasill era un árbol eternamente verde; estaba situado en el punto central de la Tierra y era la senda y escalera entre las tres regiones cósmicas del cielo, la tierra y la ultratumba. Bajo sus raíces se encontraban los mundos de los humanos, los gnomos y los gigantes.
A continuación se transcribe el relato de un mito teutónico sobre el nacimiento y el aspecto del gran fresno sagrado. De hecho, en algunas leyendas, Yggdrasill es el mundo mismo.
"Nadie podría narrar su grandeza. Sus raíces se hincan en las profundidades, más allá de las raíces de las montañas y sus perennes hojas atrapan las estrellas fugaces según pasan.
Tres son sus raíces. La primera llega hasta Niflheim, tierra de las sombras o infierno y toca la fuente Hvergelmir de donde manan los doce ríos de la región del norte. La segunda entra en la tierra de los gigantes helados y bebe de la fuente de Mimir, fuente de toda sabiduría.
La tercera se extiende por los cielos donde discurre la fuente de Urd, el más sabio de los nornos, extrañas criaturas que juzgan el destino de todos los seres.
Muchas fuerzas atacan al sagrado fresno. Cuatro ciervos mordisquean los nuevos brotes antes de que reverdezcan. El corcel de Odín, Sleipnir, pace en su follaje. La cabra Heidrun se alimenta de sus hojas.
Lo peor de todo es la serpiente Nidhogg, un enorme monstruo que roe incesantemente sus raíces. Solamente el amor de los Nornos lo mantiene en buen estado. Día a día cogen agua de la fuente de Urd y la vierten en Yggdrasill para mantenerlo floreciente."
En este árbol permaneció colgado Odín durante sus nueve días iniciáticos y es donde, a través de su muerte y resurrección, llegó a vislumbrar los caracteres rúnicos y consiguió alcanzar la sabiduría contenida en las Runas mágicas.
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