
Lo curioso de este personaje es que se le conoce como “el sombrerero loco”, cuando en realidad Lewis Carroll solo puso este adjetivo en boca del Gato Chesire, cuando éste le hablaba a Alicia de la compleja personalidad de dicho hombre. La escena de la fiesta del té con él y el conejo blanco constituyó uno de los instantes más clásicos dentro de la literatura infantil, que tejió para siempre la figura del conocido “sombrerero loco”.
Alicia en el pais de las maravillas
Pero la elección por parte de Carroll de este personaje no se debió al azar. En absoluto. Tal denominación dispone de unas curiosas raíces históricas por las que casi toda la población de aquella época, conocía la expresión “estar más loco que un sombrerero“. La verdad es que el origen de tal frase no deja de tener cierto aire de tragedia, y es que fue en el siglo XVIII cuando la moda de los sombreros estaba más en auge, cuando era extraño no ver en las calles a cualquier caballero de alta o baja clase social, lucir un distinguido sombrero.
Los sombrereros, para trasformar la piel de conejo en fieltro con el fin de elaborar sus creaciones, solían utilizar sales de mercurio. La exposición continuada a dichos vapores con efectos neurotóxicos era letal, entrando a menudo en un estado previo de desequilibrio o enloquecimiento muy característico. Esta enfermedad se denomina Hydrargyrismo, un envenenamiento lento pero letal a base de mercurio, que tiene como síntomas los cambios de humor, los desequilibrios emocionales, alteraciones sensoriales y del habla… una tragedia inevitable a la que estaban condenados todos aquellos que elegían la profesión de sombrerero.
Sombrerero loco origen
Como ves la brillante metáfora que nos muestra Lewis Carroll en su libro es muy descriptiva. En ella podemos ver el desequilibrio del pobre sombrerero en toda su expresión, compartiendo a su vez esa fiesta del té con un conejo. Esos animales de quienes se obtenía el fieltro letal que había que tratar con mercurio.
Puede que ahora nos riamos un poco menos cada vez que volvamos a leer este capítulo, o lo veamos en alguna de las películas realizadas sobre esta clásica novela. Y es que ya lo sabemos, la mayoría de cuentos populares encierran siempre algo triste o oscuro en sus páginas…