La variante asturiana de una sirena es una xana. Se trata de bellas mujeres o ninfas, siempre cerca del agua, que con su canto y su belleza atraen a los hombres. Se supone que están atadas a fuentes o manantiales y piden ayuda a los hombres del campo para que las liberen. Pero las xanas también tienen un lado malo: castigan a los hombres de mal corazón o a aquellos que prometen liberarlas y en el último momento se arrepienten. Una de las leyendas relacionadas con las xanas es la del ‘panecillo de los cuatro cuernos’. Una xana promete a un campesino una inmensa riqueza si la ayuda a liberarla de la fuente a la que está atada. Él acepta pero la xana le pide que tiene que guardarle antes un extraño pan en su casa durante un año. Así lo hace, y se lo explica a su mujer. Ésta, durante ese año, da un mordisco a uno de los cuatro picos del pan y empieza a salir sangre por lo que intenta disimular el mordisco y lo vuelve a guardar. Cuando se cumple un año y el campesino se lo lleva a la xana, el pan se convierte en un hermoso caballo con solo tres piernas y con el que poco podían hacer. La xana, al enterarse que ha sido responsabilidad de su mujer, la maldice.
La mayoría de las leyendas de sirenas, xanas o seres mitológicos parecidos son hermosas, ésta lo es.
ResponderEliminarCreo que sería bueno que existieran las xanas de ser cierto que castigan a los de mal corazón o a los que no prometen sus promesas.
Me alegró mucho verte por mi sitio ya que el tuyo realmente me encanta, no sólo por lo que contás sino también por lo estético, muy bonito, es placentero venir a verlo.
Un abrazo desde el sur del mundo.
Debí decir: "los que no cumplen sus promesas", perdón.
ResponderEliminarSaludos.
La curiosidad de la esposa tuvo unas consecuencias fatales.
ResponderEliminarAbrazos..
Amiga, te deseo una Feliz y Bella Navidad, y, si no te encuentro por aquí antes, que tengas un maravilloso 2023.
ResponderEliminarAbrazo grandote.
Cada terra com seu uso e todas com a sua lenda. Muito interessante, tal como o seu blog.
ResponderEliminarAbraço de amizade.
Juvenal Nunes