En una tierra muy lejana, se dice que había muchos árboles. Dentro de estos árboles se vivían historias; algunas grandes y otras menos grandes, pero todas ellas fabulosas y sorprendentes.
En uno de estos árboles también vivía una pequeña hada que, con el paso de los siglos, se convirtió en un hada adulta.
En la base de aquel gran árbol todas las tardes, una mujer mendiga pedía algunas monedas para comer a quienes pasaban por allí cerca.
En el pueblo vivió un hombre que era tan rico como egoísta y avaro. Un buen día, el hombre pasó cerca de la mendiga quien le pidió “algunas monedas para comprar comida” pero el hombre le negó toda ayuda y decidió no volver a tomar ese camino para evitar a la mendiga por siempre.
El hombre avaro vivía con una joven criada a quien hacía trabajar a cambio solo de un poco de ropa, un plato de comida por día y algunas monedas a la semana.
Cada vez que el hombre tenía que pasar por el lugar donde estaba la mendiga, enviaba a su criada para no tener que darle limosna, pero lo que el hombre no sabía era que la criada hacía tiempo ya que iba a visitar a la mendiga y compartía con ella el poco dinero que el hombre avaro le pagaba mensualmente.
Una noche, el hombre rico fue invitado a una fiesta en la que bebió y comió todo lo que pudo y más. Luego, de regreso a su hogar, no se percató que estaba pasando debajo del árbol donde siempre se encontraba la mendiga pero esta vez, en vez de ver a la mendiga, encontró una hermosa mujer que le invitó a continuar otra fiesta junto a otros amigos y más comida.
El hombre no dudó en continuar con la diversión e ingresó dentro del árbol. Allí se encontró con muchas personas, comida, baile y diversión, pero como no podía comer ni beber más, decidió guardar en sus bolsillos cuanto pudiera para comerlo al día siguiente.
Feliz por la doble fiesta de aquel día, se retiró de la reunión. Al llegar a su hogar quiso mostrarle a su criada aquello que había guardado para comer luego pero, tal fue su sorpresa cuando de sus bolsillos nada salió.
El hombre rico se sintió estafado y ordenó a la criada que fuese a reclamar al árbol aquello que él creía que le pertenecía: la comida y obsequios que había guardado en sus grandes bolsillos.
La criada, triste por la actitud fue hasta el árbol pero antes de llegar a éste, sintió que en sus bolsillos había algo que le pesaba. Al meter sus manos en ellos, observó que estaban llenos de oro. Entonces la joven decidió ir a compartir su nueva riqueza con la mendiga pero en su lugar, había una hermosa hada quien le dijo:
Yo he sido la mendiga a quien tanto has ayudado y por tu bondad has sido librada de la maldad de tu amo. Ahora eres libre y rica también.
La joven no regresó nunca con el avaro hombre y vivió su vida con mucha felicidad y riqueza ayudando siempre a los más necesitados.
FIN