La noche pasada no podía dormir, me encontraba muy inquieta y sentía una molestia que no sabría definir. No sabía que me estaba ocurriendo porque no me dolía nada. Supongo que el estar dando vueltas y más vueltas en la cama no ayudaba y me iba poniendo cada vez más nerviosa, así que decidí levantarme y salir a dar un paseo por los alrededores. En ese momento debían ser las dos de la madrugada aproximadamente.
Vivo a las afueras de un tranquilo pueblecito un poco apartado del mundo; está situado en el centro de un valle y rodeado por un hermoso paisaje de montañas y bosques. Por lo tanto el salir a pasear a esas horas puede resultar extravagante pero no peligroso.
Mi casa es pequeña, pintada de blanco y con la puerta y ventanas de color azul. Está situada al borde del camino de árboles un poco retorcidos, es la última casa del pueblo. Mirando hacia el fondo del camino se pueden distinguir las altas tapias del Camposanto y la gran verja de entrada flanqueada por dos enormes cipreses y por la que se vislumbra parte del interior del pequeño cementerio y justo hacia allí encaminé mis pasos, con el único fin de cansar el cuerpo y tranquilizar el espíritu que por lo visto, aquella noche había decidido no dejarme dormir.
Caminaba despacio mientras me arrebujaba en mi chal de lana puesto que a aquella hora de la madrugada solía refrescar.
Según me acercaba empecé a distinguir unas lucecitas que en un principio tomé por luciérnagas, pero cuando estuve mas cerca me dí cuenta que no se movían por el suelo sino que parecían flotar. Al llegar delante de la verja observé que estaba abierta, cosa que me sorprendió bastante, ya que Damián el sepulturero y que también hace las veces de jardinero, es muy cuidadoso en su trabajo y jamás se había dejado el recinto abierto.
Pero aquella noche parecía que hubiese presentido mi visita y me estuviese esperando.
Atravesé la verja atraída por las luces que se movían de acá para allá por entre las tumbas.
La luna no alumbraba demasiado aquella noche y me llevó un buen rato darme cuenta de que se trataba. Eran un grupo de personas que vestían sendas capas negras y cuyas capuchas ocultaban sus rostros. Cada uno de ellos llevaba una vela encendida en la mano y todos parecían muy atareados, aunque no imaginaba que podían estar haciendo a esas horas tan intempestivas ni mucho menos comprendía quien podrían ser esos misteriosos encapuchados. No soy demasiado miedosa, pero aquello empezaba a inquietarme
De pronto, advirtieron mi presencia y todos, como obedeciendo a una invisible señal, comenzaron a reunirse en un mismo punto y sin poder controlar mi curiosidad, me fui acercando hasta allí. Al estar todas las velas juntas pude por fin distinguir sus rostros y para mi sorpresa, descubrí que todos me eran familiares. Estaban Pedro, el anterior sepulturero que había muerto hacía un par de años; también estaban Doña Adela y Doña Aurora, ambas habían sido maestras de mi infancia y el anterior párroco, el padre Ambrosio fallecido hacía casi diez años, así hasta un total de doce personas. Todas estaban alineadas frente a mí y me sonreían. De pronto se fueran apartando y tras ellos apareció una mesa a la que se encontraban sentados mis padres, mis abuelos y algún que otro familiar fallecidos. Todos me hacían gestos con la mano para que me sentase a la mesa con ellos.
¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué clase de broma macabra era aquella y que hacían todos aquellos difuntos allí? De pronto, lo comprendí todo; no era real, se trataba de un sueño o mejor dicho, en este caso, de una pesadilla ¿O no?. ¡Vaya ahora lo entiendo! Después de todo, la noche anterior si que había conseguido dormirme, lo que parecía que no había conseguido era ¡¡DESPERTAR!!
Julia L. Pomposo
Que relato tan bonito y apropiado para estas fechas que se avecinan.
ResponderEliminarUn beso, Julia.
Bueno, después de todo, la pobrecilla si que se durmió, pero con el sueño eterno
EliminarBesos
Uh, uh! Ya decía yo que ahí había mucho valor por parte de la insomne y claro, es que no estaba tan insomne como pensaba. No creo que fuera una pesadilla, a fin de cuentas estaban reunidos sus conocidos y sus seres más queridos y quién sabe cuánto tiempo haría que no les veía!
ResponderEliminarUn beso
Consiguió dormirse para siempre.
EliminarGracias por tu presencia.
Besos
Paciencia si que has tenido para elaborar este "Bosque"
ResponderEliminarSaludos Albert.
Gracias, la verdad es que lo cuido con mucho cariño, llevo años con él.
EliminarSaludos
Hola Julia,me has tenido embobada hasta el final!!.Bueno,parece ser que se durmió para toda la eternidad,no??.
ResponderEliminarBesos amiga:)
Asi es querida amiga
EliminarMuchos besos
¡Que repelús me ha dado mientras leía el cuento! Ya sabes lo miedica que soy, pero claro había que llegar al final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya te conozco y se que te habrá dado grima y mas cuando comprendes que la señora ha pasado a mejor vida.
EliminarBesos
Muy buen cuento, asi como todo lo que escribes.
ResponderEliminarMuchos besitos
Gracias Inma, me alegra mucho que te guste.
EliminarUn fuerte abrazo
He estado intrigada hasta el final, precioso como lo has narrado.
ResponderEliminarA mí me hubiese encantado tener un sueño en el que pudiese ver, con nitidez. las caras de todos los que me faltan, te lo digo porque, si alguna vez sueño con ellos, no suelo ver sus caras o es una imagen,tan rápida o borrosa, que a pesar de que quisiera retenerla, se me escapa rápidamente.
Deseo y confío en que llegará el día en que me esperen para darme un fuerte abrazo.
Otro para ti, mi querida amiga.
He llevado varios meses ausente de mi espacio y, ahora que he regresado, agradezco aún más el que no os hayáis olvidado de mí. Seguiremos en contacto.
Más cariños.
Kasioles
ME ALEGRO QUE TE HAYA GUSTADO MI CUENTO, AUNQUE A MI SI QUE ME GUSTARÍA DESPERTAR, NO COMO LA POBRE SEÑORA QUE YA NO DESPERTÓ.
EliminarENCANTADA DE QUE HAYAS VUELTO
BESOS
Que sonho amiga!!!
ResponderEliminarEu também costumo ter alguns pesadelos,
não muito agradáveis.
Desejo que se encontre bem.
Bjs.
Irene Alves
Hola Irene, estoy ecantada de verte por mi bosque mágico. Gracias por tu comentario
EliminarBesos
Que sueño tan agradable describes en tu relato Julia.Besicos
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