La variante asturiana de una sirena es una xana. Se trata de bellas mujeres o ninfas, siempre cerca del agua, que con su canto y su belleza atraen a los hombres. Se supone que están atadas a fuentes o manantiales y piden ayuda a los hombres del campo para que las liberen. Pero las xanas también tienen un lado malo: castigan a los hombres de mal corazón o a aquellos que prometen liberarlas y en el último momento se arrepienten. Una de las leyendas relacionadas con las xanas es la del ‘panecillo de los cuatro cuernos’. Una xana promete a un campesino una inmensa riqueza si la ayuda a liberarla de la fuente a la que está atada. Él acepta pero la xana le pide que tiene que guardarle antes un extraño pan en su casa durante un año. Así lo hace, y se lo explica a su mujer. Ésta, durante ese año, da un mordisco a uno de los cuatro picos del pan y empieza a salir sangre por lo que intenta disimular el mordisco y lo vuelve a guardar. Cuando se cumple un año y el campesino se lo lleva a la xana, el pan se convierte en un hermoso caballo con solo tres piernas y con el que poco podían hacer. La xana, al enterarse que ha sido responsabilidad de su mujer, la maldice.