Dice la tradición popular que un bando de golondrinas aliviaron el sufrimiento de Jesús de Nazareth durante su martirio en el Monte de El Calvario, arrancando con sus picos las espinas de la corona que perforaban y herían su frente.
Se recogen en el folklore popular español numerosas alusiones en forma de cantares y coplillas, como esta, muy popular en la localidad de Feria, Badajoz:
En el monte Calvario
las golondrinas
le quitaron a Cristo
las mil espinas.
Y en el ámbito madrileño, en Estremera de Tajo, es muy popular también la siguiente canción:
Ya bajan las golondrinas
con el vuelo muy sereno
a quitarle las espinas
a Jesús de Nazareno.
Ya vienen las golondrinas
con el pañuelo en la mano
pa quitarle las espinas
a Jesús de Zirizaino.
Se dice así mismo que el color oscuro que llevan en el dorso, se lo pusieron las golondrinas como símbolo de luto, ante la muerte de Jesús.
A cualquier persona que le preguntemos sobre la divinidad de las golondrinas en toda nuestra geografía, nos dará la misma respuesta: "Las Golondrinas son de Dios", encontrando también un sentimiento de proteccionismo, sin duda asociado a este carácter divino de estas aves: "Las Golondrinas no se matan".
No obstante no es tan popular entre la gente el conocimiento del hecho que se las atribuye y que las encumbró a la divinidad, aquello de que quitaran las espinas de la corona de Jesús.
Y aún menos conocida es esta bonita Leyenda Guadarrameña, que recuperó, o tal vez creó, el poeta de Cercedilla Francisco Acaso.
Dice esta leyenda que la primera de las golondrinas que le quitó una espina a Jesús cuando ya estaba crucificado, salió volando con la espina en el pico y anduvo perdida, quién sabe cuánto tiempo, cruzando mares, surcando por el cielo valles y montañas, hasta que vino a caer rendida sobre la cumbre de un anónimo cerro, que desde entonces tomó su nombre.
Se trata del Cerro de La Golondrina, en las inmediaciones de la madrileña localidad de Navacerrada.